jueves, 16 de septiembre de 2010

CÁI. (CÁDIZ PARA FORÁNEOS)

Imagen de la Real Plaza de Toros del Puerto de Santa María. (Click en cualquier imagen para ampliarla) .
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CÁI. (CÁDIZ PARA FORÁNEOS)

Desde hace 90 años cada 16 de mayo en la Plaza de Toros de Madrid se repite el mismo ritual, los toreros realizan el paseíllo desmonterados y una vez finalizado este, guardan un respetuoso minuto de silencio, al igual que el público puesto en pie en sus localidades. Esta singular conducta obedece a que en esa misma fecha del año de 1920 fallecía José Gómez Ortega, conocido como Joselito el Gallo, tras ser corneado en el vientre por el toro Bailador en la plaza de Talavera de la Reina. Para muchos este torero ha sido el más grande de todos los tiempos.

Joselito "El Gallo" (D) y Belmonte, dos maestros que protagonizarían lo que se conoce como la Edad de Oro del Toreo.
Nació Joselito en 1895 en el sevillano pueblo de Gelves en el seno de una familia gitana de larga tradición taurina, hijo, nieto y hermano de toreros. A pesar de su prematura muerte, Joselito marcaría un antes y un después en el mundo del toro, siendo considerado como uno de los padres del toreo moderno. Junto con Belmonte protagonizaría lo que se ha conocido como la Edad de Oro del toreo en la década de 1910. Su trágica muerte supuso una tremenda conmoción social en toda España, tanto que incluso la Virgen de la Macarena vistió de luto por primera y, hasta el día de hoy, única vez. Moría José Gómez Ortega joven pero en plenitud, haciendo bueno el dicho de “el toro de cinco y el torero de veinticinco”.

Ignacio Sánchez Mejías, cuñado de Joselito y torero como él, contempla el cadaver del joven diestro. Sánchez Mejías correría la misma suerte años despues (1934), tras sufrir una cogida en la Plaza de Manzanares.

Como ven amigos lectores, estamos hablando de una de las más grandes figuras, por no decir la más grande, que ha dado el mundo de la tauromaquia, por lo que cualquier opinión vertida por este genio sentaba indiscutiblemente cátedra. De todas ellas, quizá la más conocida fue la que pronunciara en San Sebastián durante una tertulia tras una corrida de la Semana Grande de 1916. Se cuenta que el diestro dialogaba con otros contertulios sobre cual era el mejor sitio para contemplar un festejo taurino, unos se inclinaban por Madrid, otros por Sevilla, y alguno por Bilbao o incluso por la propia San Sebastián. Y fue entonces cuando Joselito pronunció una de sus más famosas frases: “QUIEN NO HA VISTO TOROS EN EL PUERTO, NO SABE LO QUE ES UN DÍA DE TOROS”. Conociendo esta máxima, cualquier cronista taurino que se precie, aun siendo antitaurino, no se puede considerar como tal sin haber visitado El Puerto. En este Año Santo Compostelano iniciamos otra peregrinación pero en sentido contrario, hacia el sur, hacia otro santuario visitado por los dioses durante los tres últimos siglos, hacia la inigualable Plaza Real de El Puerto de Santa Maria, a ver toros en El Puerto.

Una de las paredes de la Puerta Grande de la Real Plaza de El Puerto donde podemos contemplar un mural de azulejos con la famosa frase de Joselito.

Solamente contemplar los alrededores de la plaza antes de comenzar la corrida es ya un espectáculo, y el acceder al recinto supone casi una experiencia mística. La corrida era algo secundario, lo importante era completar el rito de la peregrinación, aunque en este caso la corrida era de postín, como me quedo claramente constatado nada más asomarme a la taquilla. Toreaban Morante de la Puebla, José Mari Manzanares y Daniel Luque, con toros de la gaditana ganadería de Núñez del Cubillo, que pastan en las dehesas del vecino pueblo de Vejer de la Frontera. Al finalizar el festejo tuve la inmensa fortuna de pisar el albero de este templo y poder abandonar esta catedral por el mismo lugar por donde lo han hecho entre aclamaciones tantos dioses de la tauromaquia, por la Puerta Grande.