jueves, 26 de julio de 2012

LA MUERTE DEL GENERAL MOLA

El general Emilio Mola Vidal, conocido como “el Director” por haber organizado y coordinado los preparativos del golpe militar de julio de 1936 que desencadenaría la Guerra Civil, fallecería el 3 de junio de 1937 en un accidente de aviación. Su muerte, además de dar pié a las más diversas conjeturas, dejaría el camino despejado para que Franco pudiera ejercer un poder absoluto durante décadas. (haga clic en cualquiera de la imágenes para verlas ampliadas).

LA MUERTE DEL GENERAL MOLA

El pasado 3 de Junio de 2012 se cumplían 75 años del accidente de aviación en el que perdería la vida el general Emilio Mola. El siniestro ocurrió en tierras del municipio burgalés de Alcocero, en el monte de la Brújula, en el lugar que se conoce como “Cerro Perejil”. Con motivo de esta efeméride, me desplacé al lugar de los hechos acompañado de parte del equipo de redacción. Allí nos esperaba nuestro colaborador R. Capa, un auténtico fuera de serie en todo lo relacionado con la Guerra Civil en la provincia de Burgos, como ya dejó de manifiesto en su inigualable artículo sobre el Padre Revilla. De aquella visita guiada al lugar nace esta crónica que tendrá continuidad en una posterior dedicada al monumento construido en el lugar del accidente.


Dos años después de la muerte de Mola, en el lugar del accidente se levantaría un grandioso monumento en su honor y en el de los otros cuatro militares que le acompañaban en aquel vuelo. En la actualidad, este monumento se encuentra abandonado y con un deterioro manifiesto. FOTO JAZ. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

En la muerte del general Mola confluyen todos los ingredientes necesarios para que surjan diferentes teorías que pongan en cuestión la versión oficial de aquel episodio. Como vimos en una crónica publicada hace ahora un año , Emilio Mola fue la persona encargada de organizar y coordinar el golpe militar de julio de 1936, operación que al fracasar desencadenaría la Guerra Civil, motivo por el que sería conocido como “el Director”. Sin embargo Mola iría perdiendo protagonismo según avanzaba la contienda a medida que el prestigio y el poder del general Franco aumentaban.

En los planes iniciales del golpe, una vez que los militares se hubieran hecho con el control de la situación en el país, la persona que habría de tomar las riendas sería el general Sanjurjo, que se encontraba exiliado en Portugal desde que encabezó otro golpe militar fallido contra la República en 1932. Sanjurjo fallecería también en otro accidente de aviación al dirigirse hacia España el 20 de julio de 1936. Tras la muerte de Sanjurjo, el poder en el bando golpista recaería finalmente en el general Franco, quien acapararía todos los resortes de poder asegurándose la continuidad de esta situación una vez finalizada la guerra, algo que no agradaría a muchos de los generales que apoyaron el golpe.

El general Sanjurjo era la persona que habría de tomar el mando de los sublevados una vez consumado el golpe, sin embargo fallecería en otro accidente de aviación cuando se dirigía a España desde Lisboa. En la fotografía vemos los restos del aparato en el que viajaba tras el accidente. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

La idea inicial de Mola era la de realizar un golpe militar contundente y de desenlace fulminante. Una vez culminado el levantamiento, el poder recaería en un directorio militar con el general Sanjurjo a la cabeza, que se encargaría de asegurar el orden en el país, para una vez controlada la situación regresar los militares a los cuarteles regresando el poder a manos de civiles. De la “contundencia” de la operación nos podemos hacer una idea leyendo la “Instrucción Reservada Nº1” redactada por el mismo: "Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas", de esta parte la Historia nos ha dejado ejemplos de cómo se desarrolló el golpe, sin embargo nos quedaremos sin saber como habría sido España de haberse desarrollado los acontecimientos tal y como lo diseño Mola, sobre todo teniendo en cuenta que: “La conquista del poder ha de efectuarse aprovechando el primer momento favorable y a ella han de contribuir las Fuerzas Armadas, conjuntamente con las aportaciones que en hombres y elementos de todas clases faciliten los grupos políticos, sociedades e individuos aislados que no pertenezcan a partidos, sectas y sindicatos que reciben inspiraciones del extranjero: socialistas, masones, anarquistas, comunistas, etc.”

Félix Maíz fue ayudante personal del general Mola desde la primavera de 1936 hasta su muerte, a la muerte del general Franco publicaría un libro de memorias en el que se recogían algunas polémicas opiniones de Mola respecto a la actuación de Franco durante el golpe y la guerra. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Sin embargo como todos sabemos el golpe fracasó, comenzó la Guerra Civil, y también las diferencias entre Mola y Franco, un terreno donde nuevamente las diferentes versiones según autores, nos aseguran la polémica. Tal vez una de las obras que desde la cercanía personal más nos puedan aportar sea el libro “Mola frente a Franco” de Félix Maíz, el ayudante civil del general Mola desde la primavera de 1936 hasta la muerte del general. Un testigo de excepción que vivió en primera persona muchos de los acontecimientos más destacados de toda esta historia. El libro de Maíz no fue publicado hasta la muerte del general Franco, lo que nos puede dar una orientación de cual es su contenido. En este trabajo, el secretario de Mola nos muestra los desencuentros entre ambos generales, que ya comenzarían durante el mismo desarrollo del golpe. Según recoge Maíz, Mola responsabiliza a Franco de alguna forma, debido a sus dudas y precauciones iniciales, del fracaso del golpe: "Esas treinta y ocho horas de retraso en la toma del mando del general Franco en Marruecos se van a convertir en muchos meses de guerra", según el autor Mola llegó a manifestar refiriéndose a la situación en Marruecos: "Si llego a estar en el otro lado, esto se había concluido".

Pese a sus diferencias, Mola siempre acató con respeto y obediencia las decisiones del que fuera proclamado “Caudillo” por el bando sublevado. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Pero seguramente el mayor fracaso de Mola respecto a Franco, fue el no impedir que Franco se hiciera con un poder absoluto dentro del bando sublevado. Franco sería nombrado Generalísimo el primero de octubre de 1936 en la finca del ganadero Pérez Tabernero, en Salamanca, una reunión en la que unos militares apoyaron a Franco y otros a Mola, produciéndose un empate en la primera votación, aunque Mola finalmente se retiró de la pugna y se mostró partidario de que fuera Franco el elegido para ocupar el cargo, con la decepción de algunos militares que le apoyaban o que no veían con buenos ojos que el poder se concentrara en una figura como la de Franco. Posteriormente tras la unificación de la Falange y los Carlistas en abril del 37, Franco acapararía tanto el poder militar como el político, constituyéndose en una figura similar a la de Hitler en Alemania o Mussolini en Italia. Según recoge el general Kindelán en sus memorias, el general Cabanellas tras aquella decisión manifestó: «Ustedes no saben lo que han hecho, porque no lo conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en el Ejército de África como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren, va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará a nadie que lo sustituya en la guerra ni después de ella, hasta su muerte; sin que tenga que decir nada de sus prendas militares, morales ni de otro tipo, que soy el primero en reconocer.»

Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.

Pese a haber apoyado la elección de Franco, Mola comenzó a no ver con buenos ojos la concentración excesiva de poder en manos del “Caudillo” y tampoco la forma en la que se estaba llevando la guerra, Mola se opuso al bombardeo de Guernica. Las discrepancias fueron en aumento, Mola pronunciaría dos encendidos discursos en Radio Burgos, que no gustaron a Franco, y cuando tenía preparado un tercero, Franco le impidió leerlo según recoge Maíz con un rotundo “tú te callas”.

Emilio Mola ocuparía San Sebastián en las semanas posteriores al golpe (en la imagen), sin embargo el avance de sus columnas sería detenido en la sierra de Madrid. En el momento de su muerte se encontraba dirigiendo la Campaña del Norte y Bilbao sería ocupado dos semanas después del accidente. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Otro testigo de excepción de la relación entre Mola y Franco es Ramón Serrano Suñer, cuñado del general Franco y una de las personas con más influencia y poder político durante la guerra y los primeros años del franquismo. En el libro “Serrano Suñer, conciencia y poder” de su biógrafo Ignacio Merino , encontramos algunos párrafos muy interesantes que nos pueden dar una idea de cómo era la relación entre ambos generales. Refiriendose a las fechas previas a la muerte de Mola, Serrano Suñer sostiene:

Ramón Serrano Suñer, además de cuñado del general Franco, era una de las personas con más poder e influencia en el bando sublevado. En sus memorias ofrece testimonios de indudable interés sobre las relaciones entre Mola y Franco. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

«A esas alturas, el único desafió a su autoridad era el general Mola. Muerto Sanjurjo en los primeros días de la guerra, fusilado Goded y recluido Queipo de Llano en su feudo sevillano, solo quedaba la sombra amenazante del Director, que aunque acató con nobleza la entronización de Franco, no veía con buenos ojos la excesiva concentración de poderes.

-Me alegro de tu nombramiento como generalísimo, jefe del estado y de ese partido tuyo, pero las labores de gobierno y de retaguardia exigen mayor dedicación, mi general.

Franco callaba molesto, y luego se desquitaba con su cuñado.

-Este Mola es un majadero. Claro, como es socialista, ya se sabe.

Había también diferencias de opinión en cuanto a la conducción de la guerra. A Mola le disgustaba la guerra de desgaste y aniquilación emprendida por Franco y su obsesión por tomar Madrid. Era más partidario de tomar el Norte a base de masivos bombardeos aéreos, pensando que Madrid caería por su propio peso. También quiso, al principio de la guerra, que se respetase el régimen republicano y la bandera tricolor.

A finales de Mayo tuvieron un encuentro en Burgos en el que Mola insinuó cierto reparto de poderes. Franco le atajó hablando de la importancia del liderazgo único y de la misión que la Historia le encomendaba. Al salir del despacho, Emilio Mola se encontró con Serrano Suñer. El general iba hecho una furia.

-¿Qué tal mi general?
-Mal Serrano, mal. El Caudillo ya no escucha. Ese coro de aplaudidores lo tiene cegado, pero yo ya estoy determinado. El próximo día que venga pienso proponerle oficialmente que me deje asumir la jefatura del Gobierno y que se quede con la del Ejercito, el Estado y el Partido. ¿Qué le parece a usted?.
-Pues que no lo va a tener fácil.
-Bien, ya hablaremos, ahora tengo que irme. Hasta pronto.

No volvieron a verse. »


Pero es el día previo al accidente, y el motivo del viaje, lo que puede haber despertado más dudas, según Serrano Suñer, este viajaba a Burgos para solicitar al “Caudillo” la jefatura del gobierno como hemos visto. Por su parte Maíz recoge que la anoche anterior a su muerte, Mola sostuvo una conversación con Franco en la que le escuchó decir: "No lo comprendo. Repito. Yo no paso por eso", antes de colgar dando un sonoro golpe con el teléfono.

A la mañana siguiente, Mola embarcaría en el avión en el que se desplazaba habitualmente, un Airspeed AS-6 Envoy, un avión con una curiosa historia tras de sí. Este aparato había pertenecido al Ejército Republicano, pero el 26 de septiembre de 1936 el piloto Fernando Rein Loring deserta y consigue aterrizar en Pamplona , pasando el aparato al grupo 41 de la Aviación Nacional. Desde ese momento el avión sería utilizado por el general Mola para sus desplazamientos, siendo su piloto habitual el capitán Chamorro.

Fernando Rein Loring, era un consumado piloto antes de iniciarse la guerra. Entre sus hazañas figura un vuelo en solitario entre Madrid y Manila. Comenzó la guerra en el bando republicano, consiguiendo pasarse al enemigo con el aparato que posteriormente utilizaría el general Mola para sus desplazamientos y con el que encontraría la muerte. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

A las diez y cuarto de la mañana el genral Mola sube en Vitoria al avión. Con el viajan el capitán Chamorro, un mecanico: el sargento Barreda , el teniente coronel Pozas y el comandante de Estado Mayor Senac.

El avión despega y en su vuelo sigue la carretera hacia Burgos, algunos minutos más tarde sobrevuela Miranda de Ebro y Pancorbo, a las diez y treinta y cinco el avión sigue el curso del río Oca a la altura de Briviesca. Una espesa niebla cubre el monte de la Brújula, entre Castil de Peones y la aldea de Alcocero, y el avión, que volaba a baja altura, se acaba estrellando. Una gran explosión es escuchada por muchas personas que se encuentran trabajando en las labores agrícolas en los alrededores, cuando se dirigen al lugar donde se ha producido el accidente, encuentran los cinco cadáveres muy desfigurados y a gran distancia unos de otros, el impacto ha sido brutal.

Fotografía de un Airspeed Envoy de la LAPE (Líneas Aéreas Postales Españolas) idéntico al utilizado por Mola y con el que sufriría el mortal accidente. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

En el muy interesante y recomendable blog “Monumento al General Mola”, que aporta mucha e interesante información sobre el accidente y la construcción del monumento, se recoge una entrevista con un testigo de excepción, Francisco Romera López, que sería alcalde de Alcocero entre 1938 y 1962 además de testigo directo de aquel episodio, preguntado sobre lo ocurrido el día del accidente responde:

«De ese día lo recuerdo bastante bien. Estaba con mi padre segando la cebada y oímos un golpe muy fuerte en el monte ahí arriba (señala el monte de la Brújula) y desde aquí no se ve porque se estrelló en el otro lado, pero empezó a salir humo y nosotros estábamos en una tierra que tenemos en Cueva-Cardiel, y entonces subimos por el camino que hay en ese pueblo hasta arriba con un montón de gente de allí que subió con nosotros, según estamos llegando arriba empezó a llover y nos pusimos de agua… Entonces nos metimos debajo de unos pinos que había allí y cuando escampó fuimos un poco por el cerro al otro lado y vimos un avión que estaba quemado y un vecino de los de Alcocero bajó corriendo al pueblo a llamar a la Guardia Civil desde la cabina del pueblo, mientras tanto nosotros nos acercamos un poco dando voces haber si había alguien dentro y no contestaba nadie, me acuerdo que rodeé el avión con otros dos y un poco más abajo había más piezas, bajamos hasta allí y había dos personas quemadas al lado de las piezas, me acuerdo que nos echamos las manos a la cabeza (se echa las manos a la cabeza mientras lo iba contando) y les di una voz a los que estaban allí arriba con el resto del avión y bajó mi padre con más gente y nos pusimos a mover lo cachos del avión que había allí y resulta que debajo de una plancha de acero encontramos a otro.

P: ¿Pudisteis identificar a alguno?

Fco: “No, estaban quemados, sabíamos que eran militares porque llevaban el traje, pero no nos imaginábamos que iba a ser Mola el que estaba allí muerto, suponíamos que era alguien importante porque antes raro era el avión que no llevaba a algún comandante importante o algún alto cargo”.

P: ¿Según dicen varias fuentes, Mola apareció muerto con su cámara de fotos al cuello os encontrasteis a alguno de los que viajaban en el avión con una cámara?

Fco: “Pues ahora no me acuerdo si iba con cámara o no” sólo recuerdo que todos los trajes de los que estaban allí a pesar de que alguno estaba quemado, conservaban las medallas que se ponían en el pecho”.

P: ¿Cómo fueron los momentos posteriores al accidente?

Fco: “Nos quedamos esperando a que viniese la Guardia y una vez que llegaron nos dispersaron y nos mandaron a cada uno a su casa menos a mi padre y al alcalde de Cueva-Cardiel cuando bajamos era ya tarde. A media noche bajó mi padre de monte y al día siguiente reunió a todos los hombres del pueblo y les estuvo diciendo que por orden de la guardia había que subir a monte a recoger los trozos del avión y dejarlos en el pueblo porque al día siguiente iba a venir un camión a por ellos. Los vecinos de Cueva-Cardiel vinieron también con nosotros y subimos pronto por la mañana, yo y mi padre llevamos un percherón que teníamos en el establo con un carro que utilizábamos para todo y poco a poco al cabo del día fuimos recogiendo el avión del monte y poniendo los trozos amontonados en la plaza, al día siguiente vino un camión y estuvimos cargando los trozos del avión y se lo llevaron, arriba (señala al monte) había bastante más gente, todos ellos militares y guardias”. »


Vecinos de la localidad burgalesa de Alcocero (denominada Alcocero de Mola desde el accidente hasta nuestros días) junto a los restos del aparato siniestrado que ellos mismos tuvieron que bajar desde el monte. (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

La mayoría de las teorías apuntan a un accidente como consecuencia de la niebla, y seguramente esta sea la teoría acertada, pero como decimos hay diferentes versiones sobre las causas que hicieron que el aparato acabara estrellándose. Una de estas teorías sostiene que el avión, que como ya hemos dicho había pertenecido inicialmente a la aviación republicana, mantenía su matriculación original, es decir la misma que el aparato tenía en el Reino Unido donde fue adquirido. Esto pudo hacer que alguna batería antiaérea o bien aviones del ejército franquista abrieran fuego contra el avión de Mola. Según recoge el magistrado y juez de instrucción Olegario Somoza Castro en su libro ““La muerte violenta: inspección ocular y cuerpo del delito. Las decisivas primeras 24 horas””, el aparato que todavía volaba con matrícula inglesa, sería atacado al ser confundido con un avión republicano, “inmediatamente el piloto, tal vez con un motor averiado por los disparos, realizó la única maniobra evasiva que podía efectuar para salir con suerte del trance: picar hacia el suelo y volar semienvuelto en la niebla para escapar, pero un cerro se interpuso casi tras haberlo logrado”. Esto explicaría la gran violencia del impacto que se intuye por la localización de los restos y los cuerpos sobre el terreno, que estaría motivada por la gran velocidad que llevaba el aparato para efectuar la maniobra de evasión.

Otras de las posibles teorías sería la del sabotaje, que sería realizado para deshacerse de un personaje que empezaba a resultar incómodo como era el general Mola, aunque esta teoría es bastante improbable dado tal y como se produjeron los hechos. También en el blog “Monumento al General Mola” encontramos una nueva teoría, sostenida por Dionisio Chamorro Miranda, primo del piloto del avión de Mola. Según se recoge en el blog este familiar sostiene:

« “Mi cabeza ofrecería como garantía de que la muerte de Mola se debe a mi primo. Tantas veces se jugó la vida, que jugársela una más y perderla a cambio de aniquilar a un tirano no ha sido cosa que haya tenido que pensar durante mucho tiempo. Él por encima de todo, era anarquista.” El primo del capitán también facilitó que Francisco Chamorro cumplió el servicio militar en el regimiento de la caballería de Villaviciosa en Sevilla en el año 1909. Luego ese regimiento se traslado a África donde más tarde Chamorro pasó a ser asistente del teniente coronel del regimiento; y además futuro marido de su hija por obligación de este. Más tarde Chamorro contra las indicaciones de su suegro, se alejó del ejército y quedo de empleado en los muelles de Melilla. Sobrevino una huelga y participó de manera destacada por lo que el Gobierno lo trajo de nuevo a la península.

Una vez aquí empezó a trabajar en las minas de Ríotinto jugándose la vida como un minero más, pero se celebró otra huelga y volvió a manifestarse de manera superior a los demás y estuvo preso. Al salir de la cárcel la vida del capitán volvió a empezar y retornó a Melilla con su mujer y sus hijos, y dejando atrás su actuación obrera y social se incorporó al Tercio. Una vez allí empezó a escalar posiciones, hasta que llegó al servicio de la aviación y consiguió hacerse piloto, llegando así a ser el más fiable para Mola y dejando en cada vuelo su vida en las manos del capitán. »



Hasta aquí algunas de las teorías, aunque personalmente nos inclinamos a pensar que se trató de un accidente provocado por la niebla. Sea como fuere, la realidad es que la muerte de Mola, dejó el camino totalmente despejado a Franco para ejercer un poder absoluto durante las próximas décadas sin nadie que le hiciera la más mínima sombra. Mola había muerto, ahora quedaba por saber como encajaría la noticia el “Caudillo”.

Recogemos nuevamente el testimonio de Ramón Serrano Suñer, recogido por su biógrafo Ignacio Merino en el libro “Serrano Suñer, conciencia y poder” ya citado en esta crónica. Retomamos el relato del libro sobre Serrano Suñer donde lo dejamos anteriormente:

«El 3 de junio, volando de Vitoria a Burgos, cuando con toda la cuestión iba a plantearle la cuestión a Franco, su aparato se estrelló contra el cerro del Alcocero. Las lenguas desatadas hablaron de sabotaje, el parte oficial lo atribuyó a la niebla y puede que hasta fuera alcanzado por algún caza nacional, pues el general viajaba en un Airspeed Envoy que había pertenecido al ejército republicano y que él confiscó a un desertor que se había pasado al bando nacional.

Serrano guardó las últimas palabras que le escuchó (a Mola) en un cofre sin fondo de lo que pudo ser y no fue, comprendiendo que el último escollo había desaparecido, que ya nada se interpondría a su cuñado. Su baraka no lo abandonaba.

En el cuartel general recibieron la noticia con consternación. Nadie se atrevía a dar la noticia al Caudillo, y tuvo que ser el militar de más edad quien le comunicara la trágica pérdida. El almirante Cervera entró nervioso y emocionado en el despacho de Franco, y ante la mirada de este, empezó a perderse entre circunloquios y lamentos. El Generalísimo, impaciente, corto en seco su agonía.

-Vamos, dígamelo de una vez!
-El… general… Mola ha… perecido en accidente de aviación cuando venía hacia el Cuartel General. Estamos anonadados. No… no sabe cuanto lo lamento, mi general.

Franco hizo un gesto mecánico de recoger un papel. No quería contemplar los ojos húmedos del anciano.

-¡Ah, es eso! Creí que iba usted a decirme que habían hundido el Canarias.


Según Serrano Suñer, cuando el almirante Cervera, visiblemente emocionado y desencajado, comunicó a Franco en su despacho, la noticia de la muerte del general Mola, este con total frialdad le respondió: “¡Ah, es eso! Creí que iba usted a decirme que habían hundido el Canarias.” (Haga clic en la imagen para verla ampliada).

Era demasiado evidente que para él no era una pérdida sino un alivio. Su frialdad ante la noticia traspasó los muros de su despacho y llegó hasta los informes de los embajadores de Inglaterra y Francia. A Vegas Latapié le confió más tarde:

-Mola era un cabezota… Al fin y al cabo no es para tanto, un general que muere en el frente… bueno, pues es casi normal.

Pero quien se había muerto no era solo “un general”, sino la cabeza rectora de aquel Alzamiento, el Director, el hombre que, en definitiva debería haber compartido de alguna forma el poder y la gloria con él.

La memoria de Mola quedó diluida entre la multitud de mártires y caídos. Franco le otorgó el título de duque en 1947, con la tranquilidad de quien corona una cabeza que no puede levantarse y en un gesto inaudito de monarca hacia un vasallo leal. La presidencia del Gobierno, que Mola deseaba en persona distinta a Franco, se unió a los demás cargos que ostentaba el Caudillo y continuó así durante 36 años, hasta que Carrero Blanco -el monago oferente- consiguió, aunque por poco tiempo, el nombramiento. »


Sin duda un impresionante testimonio este de Serrano Suñer, que nos acerca a otra visión de la personalidad, muchas veces intencionadamente maquillada, del general Franco. En línea con este testimonio tenemos la del embajador alemán Von Faupel, quien anotaría en su diario "El Generalísimo, sin duda, se siente aliviado por la muerte de Mola". Franco, sin embargo, ofrecería otra imagen, la del militar y hombre dolido por la muerte de un querido compañero y amigo, y desde el momento de su muerte se encargaría de que la memoria de Mola fuera perpetuada y su figura honrada, muchas calles tomaron el nombre del malogrado general, se realizaron innumerables actos de homenaje. Pero quizá el más simbólico de todos fue la construcción de un grandioso monumento en su honor, erigido en el mismo lugar donde se produjo el accidente. Nuestra próxima crónica estará dedicada a este monumento y parte de su historia.

Florentino Areneros.


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miércoles, 18 de julio de 2012

LA MATANZA DE FRAILES

En mayo de 1936 un rumor corría por las calles de Madrid: “los frailes están repartiendo caramelos envenenados a los niños”, un siglo antes, en julio de 1834, Madrid padecía una terrible epidemia de cólera, otro rumor que señalaba a los religiosos como culpables de aquella epidemia: “los frailes están envenenando las aguas”, desembocaría en una tragedia. (Haga clic en cualquier imagen paraverla ampliada).

LA MATANZA DE FRAILES Y EL BULO DE LOS CARAMELOS ENVENENADOS.

Por Florentino Areneros.

A principios de Mayo de 1936 un rumor corre por las calles de Madrid: muchos niños están enfermando victimas de un envenenamiento producido por caramelos que están siendo repartidos por personas cercanas a la Iglesia. El rumor va tomando fuerza, y en algunas barriadas populares grupos incontrolados agreden a diversas personas resultando alguna de ellas heridas de consideración. Así mismo algunos edificios propiedad de la Iglesia son incendiados. Poco más de cien años antes, en julio de 1834, una epidemia de cólera causaba estragos entre la población de Madrid, en aquella ocasión otro rumor se desata por las calles de la ciudad: la causa de tanta mortalidad es debida a que los frailes están envenenando las aguas.

El año de 1834 no se presentaba muy esperanzador para Madrid. La capital del reino era una ciudad de algo más de doscientos mil habitantes que se hacinaban en el espacio delimitado por sus antiguas murallas, siendo en los barrios más pobres y populares donde la densidad de población alcanzaba límites insoportables, sin olvidar un elevado número de mendigos y población sin hogar que deambulaba por las calles sobreviviendo como podían. A todo ello había que sumar unas lamentables condiciones higiénicas y sanitarias.

Madrid era en esos años una ciudad donde convivían sus habitantes con todo tipo de animales domésticos, la suciedad era algo habitual en la mayoría de las calles, donde muchos de sus rincones eran utilizados como aseos al aire libre. Faltaban muchos años para que el agua de la sierra fuera canalizada hasta la ciudad, y el abastecimiento de la población dependía de los pozos y de las fuentes, algunas alimentadas por manantiales y otras a través de un sistema de canalizaciones conocidos como viajes. En muchas ocasiones, tanto pozos y fuentes como viajes, no eran aptos para el consumo, debido a las filtraciones de pozos negros o al descenso de los caudales. A todo ello habría que sumar una deficiente e insuficiente red de alcantarillado.

Los aguadores han ejercido su labor en Madrid hasta no hace muchos años, este colectivo protagonizó el inicio de los trágicos acontecimientos de 1834.

Por otro lado la situación política era también lamentable. La muerte de Fernando VII en el otoño de 1833 había desatado las disputas sucesorias y el país se encontraba inmerso en una guerra civil, la Primera Guerra Carlista, que enfrentaba por un lado a los partidarios de la reina regente, Maria Cristina, tercera yuna represión de la revuelta última esposa de Fernando VII, con los partidarios de Carlos, el hermano de Fernando (para conocer más detalles les recomendamos leer la crónica sobre los Borbones: clic aquí I PARTE y clic aquí II PARTE). La guerra, más allá de la cuestión sucesoria, enfrentaba a dos formas de ver España, por un lado los liberales constitucionalistas unidos por la causa de Isabel II (una niña de tres años) y su madre la Reina Regente, y frente a ellos los sectores más conservadores y reaccionarios, defensores de una monarquía absolutista que apoyaban al pretendiente Carlos, al que también apoyaban los territorios que temían perder sus beneficiosos fueros, como eran el País Vasco y Navarra. El temor a las consecuencias de la guerra haría que un elevado número de personas, principalmente menesterosos, buscaran refugio en la capital del reino. Sin embargo una amenaza más terrible que la guerra se cernía sobre la ciudad.

En 1833 se dieron en España los primeros casos de cólera, concretamente en la ciudad de Vigo, a donde habría llegado traída por un contingente de tropas que estaban participando en la Guerra de Sucesión portuguesa. También de este país pasaría la enfermedad hasta Andalucía, donde se extendería rápidamente afectando a un gran número de personas. La llegada del invierno mitigaría los efectos de la epidemia, que resurgiría con especial virulencia nuevamente con la llegada del buen tiempo. La epidemia había comenzado en Inglaterra unos años antes, y fue extendiéndose por diversos países de Europa. Las autoridades españolas tomarían diversas medidas para tratar de evitar la expansión de la enfermedad, y evitar que la epidemia llegara hasta Madrid, para lo cual se establecieron diversos cordones sanitarios por parte de la Junta de Sanidad de Madrid. Todos los esfuerzos fueron en vano y a principios de Julio de 1834 ya se registraban en la ciudad los primeros casos.

Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.

Como siempre en momentos de crisis, son los más débiles los que más sufren y las primeras medidas fueron expulsar a todos los “sin techo” de la ciudad desatandose una verdadera persecución y represión. También se demolerían un gran número de infraviviendas, chabolas que eran conocidas como “tejares” y que para las autoridades eran “guaridas de viciosos y holgazanes y nidos de inmundicia” que albergaban mayoritariamente a familias llegadas de otros puntos, es decir eran forasteros, “debían ser restituidos a sus pueblos de origen, descargándose así la población de muchos «individuos inútiles y perniciosos»”. La “limpia” de pobres se realizó a conciencia, expulsandose a un buen número de ellos, mientras que otros serían recluidos en diferentes lugares acondicionados para tal fin, y que en la mayoría de los casos eran auténticas cárceles. De entre todos ellos destacaría el convento de San Bernardino, ubicado muy cerca de donde hoy se encuentra la Plaza de la Moncloa, convertido en asilo de caridad donde se hacinarían centenares de menesterosos.

En este cuadro de Berruete podemos ver el Asilo de San Bernardino, uno de los lugares seleccionados en Madrid para concentrar a todos los pobres y menesterosos de la ciudad.

Se tomarían otras muchas medidas, como la prohibición de criar animales en las viviendas, la limpieza de calles y plazas, recogida de basuras, diversas medidas higiénicas relacionadas con la venta de alimentos, alcantarillado, etc.. También se mejorarían los hospitales existentes y se acondicionarían nuevas instalaciones. Pero todo ello resultaría inútil, y en Madrid morirían a causa del cólera en 1834 más de cuatro mil personas, la gran mayoría de ellas entre las capas más modestas y humildes de la capital, centrándose la epidemia en los barrios de las parroquias de San Sebastián, San Martín, San José y San Luis.

Durante esta terrible epidemia tuvo lugar un trágico episodio que conmocionaría a la ciudad. El 17 de Julio de 1834 la enfermedad se había extendido por todos los barrios, los casos de contagio se multiplicaban, y el número de fallecidos comienza a ser alarmante, sin embargo las autoridades se niegan a declarar oficialmente la epidemia para evitar el pánico. Ese día un rumor se propagó por la ciudad: “Los frailes han envenenado las aguas”. A gran velocidad, como si de otra epidemia se tratara, el bulo se extiende por la ciudad, y como décadas después algunos propagandistas demostrarían, una mentira repetida muchas veces acaba convirtiéndose en verdad.

El comportamiento colectivo en algunos momentos es incompresible e incontrolable, y cuando la masa se pone en marcha alcanza en ocasiones una inercia imparable, ajena a toda racionalidad, algo que a lo largo de la historia de todo el mundo se ha repetido en innumerables ocasiones. Aquel 17 de Julio de 1834 se produjo uno de aquellos inesperados desenlaces. Los habitantes de la ciudad estaban padeciendo una epidemia desconocida hasta entonces, un mal inexplicable que se cebaba en las clases más populares que contemplaban como muchos de sus conocidos padecían una terrible agonía entre vómitos y diarreas. La necesidad de encontrar una explicación a lo que estaba ocurriendo, unido al desconocimiento y a otros ingredientes no menos importantes, formaban un cóctel explosivo que podía estallar en cualquier momento. Pero mucho mejor que este humilde escribidor ya lo plasmó en su momento el gran maestro Don Benito Pérez Galdós: “Quien no piensa nunca, acepta con júbilo el pensamiento extraño, mayormente si es un pensamiento grande por lo terrorífico, nuevo por lo absurdo. Aquel día habían ocurrido muchas defunciones. Varias familias tenían en su casa un muerto o agonizante. En presencia de una catástrofe o desventura enorme, al pueblo no le ocurren las razones naturales de lo que ve y padece. Su ignorancia no lo permite saber lo que es contagio, infección morbosa, desarrollo miasmático. ¿Y cómo lo ha de saber la ignorancia, si aún lo sabe apenas la ciencia? El pueblo se ve morir con síntomas y caracteres espantosos, y no puede pensar en causas patológicas. Cristiano de rutina, tampoco puede pensar en rigores de Dios. Bestial y grosero en todo, no sabe decir sino: ¡Cosas malas en el agua!

Esta idea de las cosas malas arrojadas infamemente en la riquísima agua de Madrid, con el objeto puro y simple de matar a la gente, cayó en el magín del populacho como la llama en la paja. No ha habido idea que más pronto se propagase ni que más velozmente corriese, ni que más presto fuera elevada a artículo de fe. ¿Cómo no, si era el absurdo mismo?”


A partir de aquí tomaremos como base de nuestra crónica el relato de los acontecimientos que publicó el semanario Mundo Gráfico en Mayo de 1936 (sin duda obtenidos a su vez del relato más extenso de Pérez Galdós aunque Mundo Grafico no lo reconozca), alguno de cuyos párrafos transcribimos literalmente. Poco más de un siglo después de aquellos acontecimientos y días después de otros sucesos similares que tuvieron lugar en Madrid, afortunadamente menos trágicos, en los que se acusaría a religiosos y religiosas de repartir caramelos envenenados entre los niños madrileños.

Portada del semanario Mundo Gráfico de mayo de 1936.

Según leemos en Mundo Gráfico, en la mañana del 17 de julio de 1834 una acusación prende rápidamente en el ánimo popular: “los frailes han envenenado las aguas”. Por las calles se van formando corrillos, algunos testigos dicen haber presenciado como los frailes llevaban a cabo esta acción. Una anciana afirma haber visto a un enviado de los frailes envenenar el agua de la fuente de la Mariblanca, en la Puerta del Sol. Otros cuentan como un fraile ha dejado caer unos polvos venenosos junto a unas cubas que estaban junto a la fuente del Ave María en la calle del mismo nombre. Alentados por estos rumores, comienzan a formarse grupos de personas armadas de palos, navajas, escopetas,… La crispación va en aumento, y los ánimos se caldean a la vez que sube la temperatura de ese caluroso día de julio.

Ya por la tarde, los aguadores descansan a la hora de la siesta junto a la fuente de la Mariblanca, donde han dejado sus cántaros de cobre. Un muchacho que pasaba por allí pone su mano sobre uno de los cántaros, y la acción llama la atención de alguno de los que allí se encuentran, que rápidamente interpreta que ha depositado algo en uno de los cántaros:

- “Lo mandan los frailes para que envenene las aguas.”

Rápidamente una furiosa multitud rodea al muchacho, que comienza a recibir una despiadada sucesión de golpes, hasta que cae muerto justo frente a lo que hoy es la sede de la Comunidad de Madrid. Alguien afirma haber visto que el joven tenía un cómplice, y que este ha huido a refugiarse en el colegio de los jesuitas de la calle Toledo, el colegio de San Isidro. Hacia allí se dirigen la mayoría de los que han participado en el linchamiento del joven, y a ellos se van uniendo nuevos grupos de personas. La pasión desatada, que se autoalimenta entre unos y otros, va en aumento.

La fuente de la Mariblanca en la Puerta del Sol, lugar donde se iniciaron los trágicos acontecimientos de 1834.

Un testigo que responde al apodo de “El Tablas” dice que el mismo ha llevado varios sacos de tierra desde una posada de la Cava Baja hasta el colegio de la calle Toledo para entregárselos a uno de los frailes. Rápidamente surge la asociación en las mentes de la enardecida multitud: aquellos sacos son los polvos con los que se están envenenando las aguas. Sin embargo el misterioso envió tenía explicación: los sacos de arena, que provenían de Cataluña, tenían como destinatario al padre Gracián, un jesuita de un apasionado misticismo que tenía el suelo de su cuarto cubierto con esta tierra (seguramente proveniente de algún lugar santificado), donde el religioso dormía desnudo para mortificar su cuerpo. Pero el cada vez más numeroso grupo de personas desconoce este origen y creen a pie juntillas la teoría de “El Tablas”, envalentonados y seguros de si mismos se dirigen hacia el colegio de la calle Toledo.

Comienza el asalto del edificio, las puertas ceden a los golpes. El religioso encargado de la portería, Padre Sauri, sale a su encuentro e inútilmente trata de convencerles de la equivocación que comenten, pero los asaltantes se abalanzan sobre el desgraciado sacerdote y lo matan allí mismo. Este primer asesinato parece desatar la furia de la multitud que ha invadido el edificio, y cegados por la sangre comienza una caza del hombre. Uno a uno van cayendo todos los frailes: Padre Fernández, el Padre Artigas, el Padre Carasa. Caen el hermano Elola, el hermano Barba, el hermano Ostolaza. El cadáver de éste es arrastrado a través de las calles por un grupo de arpías, entre risas, gritos y blasfemias. Son muy pocos los que logran escapar. Algunos son alcanzados cerca de la Plaza de la Cebada y asesinados allí mismo. Cuando todo parece haber terminado, alguien se da cuenta de que el Padre Gracián, el destinatario de los misteriosos sacos, se les ha escapado y rápidamente comienza una desesperada búsqueda por todas las habitaciones, la sangre cubre el suelo de todas las habitaciones. Finalmente Gracián es localizado mientras reza en el coro abstraído de lo que ocurre a su alrededor. Comienzan los golpes y cuchilladas, el Padre Gracián trata de defenderse, pero finalmente es el propio “Tablas” el que lo remata.

Los rumores acabarían precipitando la tragedia en la que un elevado número de frailes y algún seglar serían asesinados.

Pero no serán solamente los curas del colegio de la calle Toledo, una incontenible furia desatada se apodera de la ciudad y son asaltados otros establecimientos religiosos. Entre ellos el convento de la Merced, en la actual plaza de Tirso de Molina, el convento de Santo Tomás en la calle de Atocha, que se ubicaba donde hoy se encuentra la iglesia de Santa Cruz, y también la iglesia de San Francisco el Grande. Se calcula que más de un centenar de personas, en su mayor número religiosos pero también algún seglar, serían asesinados ese día por la muchedumbre, que también aprovecharía para realizar pillaje de todo tipo de objetos y pertenencias que encontraron a su paso.

La iglesia de San Francisco el Grande, uno de los templos en los que se desencadenaría la tragedia (Foto Urbanity).

Es difícil tratar de encontrar una explicación a tanta irracionalidad desatada, analizar las circunstancias y las posibles causas que acabaron provocando esta tragedia es una tarea prácticamente imposible, y más si lo contemplamos con una mentalidad de hoy. Sin embargo si que hay algo que nos llama poderosamente la atención en estos acontecimientos, y es la inhibición de las autoridades durante estos terribles acontecimientos, que según recoge Mundo Gráfico se desarrollaron tolerados por la fuerza pública, que “hasta casi protege el desmán”. También recoge Mundo Gráfico como una de las razones “la obscura labor masónica. (Algunos historiadores hablan de cómo en las logias y las torres se pagaba a los autores de la matanza).”

¿Existió una “mano negra” detrás de estos acontecimientos?, ¿Por qué no intervinieron las autoridades para evitar esta tragedia?. Seguramente sean preguntas que no tengan nunca respuesta, pero repasar la situación del momento tal vez permita adelantar alguna teoría. Como dijimos anteriormente el país se encontraba enfrascado en una guerra civil, por una parte los partidarios de la Reina Regente, liberales en su mayoría, y por otra los partidarios del pretendiente Carlos, conservadores en su gran mayoría. Muy posiblemente los sectores más reaccionarios de la Iglesia también estuvieran más cercanos a la idea de nación mantenida por el pretendiente que la que defendían los liberales, y por lo tanto la Iglesia en su conjunto fuera contemplada como un enemigo por parte de algún sector. La hostilidad hacia los jesuitas era manifiesta por parte de muchos liberales, y gran parte de la prensa acusaba a los religiosos de connivencia con el carlismo. La orden de los jesuitas sería suprimida “perpetuamente en todo el territorio de la monarquía” en Julio de 1835.

La iglesia de San Isidro en la calle Toledo, lugar donde se iniciaron las agresiones a los frailes. (Foto Urbanity).

Por otra parte la monarquía no gozaba de una gran simpatía entre amplias capas sociales desde el regreso de Fernando VII tras la Guerra de Independencia, sintiéndose muchos de ellos traicionados por la monarquía por la que habían luchado. La corona descansaba en una niña de 3 años y su legitimidad cuestionada había provocado una sangrienta guerra, las tareas de la regencia las asumía su madre, tercera esposa de Fernando VII, la cual despertaba serias dudas sobre su capacidad entre muchos de sus súbditos. En esta delicada situación, el riesgo de que la represión de la revuelta pudiera desembocar en disturbios más graves, también pudo inhibir de actuar a las autoridades ante los sangrientos disturbios. No olvidemos que desde el Dos de Mayo, en Madrid se han producido diversos motines populares muchos de ellos con gran violencia, por lo que la prudencia de las autoridades estaba justificada tratando de evitar un enfrentamiento generalizado que acabara produciendo una insurrección popular en medio de una situación tan delicada.

La solemne sesión de las Cortes que proclamarían a María Cristina como Reina Regente, hasta la mayoría de edad de Isabel II.

Había que tener otro factor de no menos importancia, la regente María Cristina para ganarse el apoyo de los liberales, tuvo que ceder parte de poder aceptando en Abril de 1834 una especie de constitución denominada Estatuto Real, por lo que España pasaba convertirse en una monarquía constitucional, con dos cámaras de representantes, una de ellas elegida por medio de un sufragio restringido entre personas que cumplieran ciertos requisitos, como el hecho de tener unas rentas mayores de 12.000 reales. Sería en la apertura de las Cortes elegidas en primavera, que tenía como fecha el 24 de Julio de ese año, cunado maría Cristina sería proclamada como regente, legitimando de esta forma su posición y la de su hija, frente a las aspiraciones de los carlistas. María Cristina se encontraba veraneando en Riofrío, y a pesar de la devastadora epidemia decidió asumir el riesgo de contagio y acudir a Madrid para el solemne acto. Su entrada en Madrid fue recibida con grandes muestras de afecto por los madrileños, que veían como la reina pese a la epidemia se decidía a estar en la ciudad. Este gesto le otorgó gran popularidad y el afecto de los madrileños, que la reina tardaría poco en dilapidar.

Hasta aquí esta crónica que nos ha de servir de introducción a otra sobre los acontecimientos que tendrían lugar 100 años después, donde nuevamente rumores infundados acabaron produciendo nuevos incidentes en la capital de España, aunque sin alcanzar la violencia y dramatismo de estos que aquí les hemos narrado.

Florentino Areneros.


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viernes, 6 de julio de 2012

LA LEGION CONDOR EN LA ALMUDENA

Hace ahora setenta años los cuerpos de siete aviadores alemanes de la Legión Cóndor eran enterrados en el madrileño cementerio de la Almudena en un solemne acto. Hace pocos días la Embajada Alemana quitaba la inscripción de la placa que presidía el mausoleo, tras una larga polémica entre los diferentes partidos del consistorio madrileño. FOTO JAZ. (Haga clic en cualquiera de las imágenes para verlas ampliadas).

LA LEGION CONDOR EN LA ALMUDENA

El pasado lunes 2 de Julio en el diario El País aparecía una noticia de título: “ ALEMANIA RETIRA EN MADRID UNA PLACA NAZI DEFENDIDA POR EL PP DE GALLARDÓN ” se hacía eco de la retirada de una placa que recordaba a los pilotos de la Legión Cóndor enterrados en el madrileño cementerio de la Almudena. En la misma noticia conocíamos como el grupo Socialista del Ayuntamiento de Madrid llevaba tiempo intentando que este símbolo desapareciera del cementerio madrileño, junto con otros de características similares en el mismo recinto, como los monumentos conmemorativos a los muertos de la División Azul y los fallecidos en el Cuartel de la Montaña.

En esta fotografía vemos el monumento cuya inscripción ha sido tapada recientemente. (Clic en la imagen para verla ampliada).

Por su parte el grupo Popular, que gobierna el Ayuntamiento con mayoría absoluta desde hace varias legislaturas, siempre se ha opuesto a todas estas iniciativas siendo alcalde Alberto Ruiz Gallardón, actual Ministro de Justicia, alegando diversas razones que podemos conocer leyendo el artículo publicado en El País, entre ellas, refiriéndose a los fallecidos en el cuartel de la Montaña, el que se trata de “un hecho de armas ocurrido en esta ciudad y en los primeros momentos de la Guerra Civil”, y es un episodio histórico en el que “murieron también simples soldados que estaban haciendo el servicio militar”.

Frente al mausoleo de los aviadores de la Legión Condor, se encuentra otro dedicado a los fallecidos en el asalto al Cuartel de la Montaña del 20 de Julio de 1936 (clic aquí para ir a la crónica). FOTO JAZ. (Clic en la imagen para verla ampliada).

En lo relativo a la División Azul, los ediles populares sostienen que “se podría entrar a debatir sobre la conveniencia de su participación [en la II Guerra Mundial], pero no hay que olvidar que los 46.000 miembros que tuvo marcharon al peor frente posible, no a luchar contra la democracia sino contra la peor dictadura que ha conocido la humanidad”. Finalmente han sido las propias autoridades de la Embajada de Alemania en España las que han decidido retirar la inscripción de la discordia del lugar en el que reposan los cuerpos de siete pilotos alemanes fallecidos en España durante la Guerra Civil.

También en el cementerio de la Almudena, y a poca distancia de los dos anteriores, encontramos este mausoleo en memoria de los fallecidos de la División Azul. FOTO JAZ. (Clic en la imagen para verla ampliada).

Pero hagamos un poco de Historia. El traslado de los cuerpos se produjo el 2 de julio de 1942, hace ahora justamente 70 años, y según anunciaba el periódico ABC asistirían al acto el Ministro del Aire, general Vigón y el Embajador de Alemania, Eberhard von Stohrer. Al día siguiente este mismo diario recogería la noticia del solemne acto que tuvo lugar en el cementerio de la Almudena, la cual les reproducimos a continuación:

Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.

LOS RESTOS DE LOS PILOTOS DE LA LEGION CONDOR CAIDOS EN NUESTRA CRUZADA.

Solemne traslado al panteón conmemorativo en el Cementerio de la Almudena.


Madrid 2. Con gran solemnidad se ha celebrado esta mañana en el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena el acto del traslado al panteón conmemorativo de los cuerpos de los heroicos pilotos de la Legión Cóndor, caídos en España durante nuestra gloriosa Cruzada. En la gran Avenida del Cementerio se encontraba una sección de soldados del cuerpo de Aviación con bandera y música. A las diez en punto llegó el embajador de Alemania, interpretando la bande de música el himno alemán, que los asistentes escucharon brazo en alto.

Von Stohrer fue recibido por el Ministro del Aire, General Vigón, y por el alcalde de Madrid, señor Alcocer. La comitiva se desplazó al depósito del cementerio, donde se encontraban los siete cuerpos de los gloriosos aviadores alemanes. Los ataúdes iban envueltos en la bandera española con la cruz gamada y sobre ellos el casco de campaña. Los llevaban a hombros oficiales de nuestra Aviación. Acto seguido se puso en marcha la comitiva, que iba precedida por cruz alzada y tres sacerdotes revestidos.


Una imagen del solemne acto de inhumación de los restos que tuvo lugar el 2 de julio de 1942. Según recogía la noticia que publicó el diario ABC: “Los ataúdes iban envueltos en la bandera española con la cruz gamada y sobre ellos el casco de campaña”. (Clic en la imagen para verla ampliada).

La presidencia la constituían el Embajador de Alemania y el Ministro del Aire. Seguían detrás el alcalde de Madrid, el general García Pallasar, que ostentaba la representaciójn del Ministro del Ejército; el gobernador militar de Madrid, general Saenz de Buruaga, que llevaba la representación del general Saliquet; el contralmirante Vierna, que ostentaba la representación del Ministro de Marina, el marqués de Huetor de Santillán, en representación del almirante Moreu; subsecretario del ministerio del Aire, intendente del Aire, general Martínez Herrera; generales González gallarza y Millán Astral, gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, camarada Carlos Ruiz, y presidente de la Diputación, Don Luis Nieto. Del cuarpo diplomático asistieron el marqués de Frascassi, en representación del embajador de Italia; cónsul de este pais, ministros del Japón, Rumanía, Eslovaquia y Manchukuo y representante del embajador de Portugal. También asistieron el jefe del Partido Nacionalsocialista, el doctor Huber y el jefe de los Fascios en España.

En un rectangulo de unos cuarenta metros se encuentra el severo panteón, que aparecía rodeado de mastiles cons las banderas española, alemana, italiana y portuguesa. Cinco soldados de aviación daban guardia. En la parte central del monumento se lee la siguiente inscripción: “Legión Cóndor. Aviadores alemanes muertos por Dios y por España. ¡Presente!”. Y al pie de cada uno de los enterramientos, los nombres de los gloriosos aviadores.


Fotografía con la inscripción original en alemán y castellano. La traducción del texto en alemán aproximadamente diría: “Los aviadores alemanes aquí enterrados murieron luchando por una España libre”, pueden compararlo con el texto en castellano. FOTO JAZ. (Clic en la imagen para verla ampliada).

A la derecha del panteón se había instalado una tribuna, en la que se encontraban representantes de todos los cuerpos de la guarnición. Una vez llagada la comitiva al panteón, se depositaron los féretros en tierra, entonándose un solemne responso.

Seguidamente el ministro del Aire leyó unas cuartillas, en las que dijo que el recuerdo de aquellos héroes, que tan brillantemente tomaron parte en la Cruzada anticomunista de España, esparán siempre presentes entre nosotros, y terminó dando un viva a Alemania y un ¡Arriba España!.

A continuación el embajador de Alemania leyó también unas cuartillas, diciendo que agradecía emocionado el recuerdo que había dedicado el ministro del Aire a los aviadores alemanes. “Ello- añade- destaca el espíritu de hermandad que existe entre los ejércitos español y alemán. En la gloriosa guerra española, Alemania, con su Legión Cóndor, luchó unida al Ejército Español para combatir e enemigo común, y hoy, en los campos de Rusia, la gloriosa División Azul lucha brillantemente al lado de las tropas alemanas, para arrollar al comunismo, enemigo de Europa de la civilización”. A continuación dedicó un emocionado uerdo a todos los soldados españoles, alemanes, italianos y portugueses que cayeron luchando unidos en la gloriosa Cruzada española, y que su recuerdo vivirá siempre entre nosotros. “Con este póstumo honor -terminó diciendo- a nuestros aviadores el Ayuntamiento de Madrid y los organizadores de este acto han honrado al Ejercito del Reich y al pueblo alemán, y ello será siempre para nosotros un recuerdo inolvidable”.


Otra imagen del entierro de los siete aviadores alemanes. (Clic en la imagen para verla ampliada).

Una vez terminado el discurso, el embajador depositó una corona sobre la tumba de los aviadores. A continuación depositaron también coronas el general González Gallarza, el representante del embajador de Italia, alcalde, Presidente de la Diputación y el representante del partido nacionalsocialista.

Al dar sepultura a los cuerpos de los aviadores, una batería de Artillería disparó las salvas de ordenanza.Sobre las tumbas echaron paletadas de tierra varios oficiales de Aviación.

Una vez recibida sepultura se interpretaron los himnos aleman y español, que fueron escuchados por todos los asistentes con religioso silencio, brazo en alto. Seguidamente desfiló ante las autoridades la sección del Cuerpo de Aviación, terminándose este solemne acto, que fue conmovedor en extremo”.


Si amplían la fotografía haciendo clic sobre ella podrán observar las lápidas con los datos de cada unote los aviadores enterrados en este lugar. FOTO JAZ. (Clic en la imagen para verla ampliada).

Los siete aviadores que recibieron sepultura el dos de julio de 1942 en este mausoleo fueron:

HEINZ LIGNITZ de 25 años,
JOSEFF ULLMANN de 24 años,
JOHANN SEITZ de 20 años,
AUGUST HEYER de 26 años,
LEO FALCK de 23 años,
GEORG ÜBELHACK de 27 años,
WALTER BROTZMANN de 24 años.

Los tres primeros fallecerían el 8 de diciembre de1936 en ARENAS DE SAN PEDRO (Ávila). Mientras que los otro cuatro aviadores fallecerían el 26 de julio de 1937. Según vemos en las lápidas, el sargento (UFFZ. Unteroffizier?) August Heyer moriría en Quijorna y los otros tres en El Escorial. Sin embargo en la página de ADAR (Asociación de Aviadores de la República), podemos leer que los cuatro aviadores alemanes formaban la tripulación de un Junker-52, que fue abatido en la noche del 26 de julio de 1937 por un chato pilotado por el ruso Mijail N. Yakushin, de la 1ª Escuadrilla de Chatos.

Fotografía de un acto de homenaje realizado en el cementerio de la Almudena. Si observan encima de la inscripción se encontraba un águila esculpida que ha desaparecido en la actualidad. (Clic en la imagen para verla ampliada).

Buscando más información sobre este derribo, hemos llegado al trabajo de Mihail Zhirohov sobre los voluntarios soviéticos en la Guerra Civil, recogido en la inigualable página MADRID 1936 (La Defensa de Madrid), una página imprescindible para cualquier aficionado que quiera conocer con detalle todo lo que fue la Guerra Civil en Madrid, y muy especialmente en el sector de la Ciudad Universitaria. En está página encontramos la reseña a Mijail Yakushin, en donde se relata el episodio del derribo del Junker en el que perecerían los aviadores enterrados en La Almudena. Reproducimos a continuación lo más destacado del relato (Para leer el relato completo haga clic aquí):

Voluntarios soviéticos en la Guerra Civil española: Mihail Yakushin
Escrito por Mihail Zhirohov

“La Guerra Civil española de 1936-1939 afectó indudablemente al destino de toda una generación de aviadores soviéticos. Ellos escribieron páginas muy notables en la historia de la guerra aérea más allá de los Pirineos, algunos de ellos en particular. No menos importante en la lista de ases de esta guerra es Mikhail Nesterowich Yakushin -que logró la primera victoria nocturna en la historia de la aviación soviética-.
Mikhail Yakushin nació el 20 de marzo de 1910, cerca de Moscú. Al igual que muchos jóvenes soviéticos en ese momento, decidió convertirse en aviador militar. Después de graduarse en la escuela de formación de pilotos militares, fue asignado al 70º Destacamento Independiente con sede en Bakú. Allí voló aviones Polikarpov I- I6 con motores M -22 y M-25. Como sus colegas recordaban, Yakushin era por naturaleza un hombre comedido que solía expresar sus pensamientos de manera sucinta y clara.


El aviador soviético Mijail Yakusín, que participó en el derribo de dos aviones de la Legión Cóndor tripulados por cuatro de los siete aviadores alemanes enterrados en la Almudena. (Clic en la imagen para verla ampliada).

En la primavera de 1937, el segundo grupo de voluntarios enviados a la guerra de España dejó Bakú. Además de Yakushin, el grupo estaba formado por I. Eremenko, L. Rybkin, I. Trophimov, M. Petrov, S. Shelyganov y I. Karpov; viajaron a través de Francia con pasaporte holandés (aunque no hablaban bien el idioma).

No sin aventuras los aviadores soviéticos llegaron a su destino en mayo de 1937. Al igual que todos los voluntarios en el grupo, Mikhail adoptó un seudónimo bajo el cual fue conocido en España, Carlos Castejón. (Algunas fuentes a menudo declaran otro alias, Rodrigo Mateo. El problema es que los seudónimos son una complicación que hace perder mucho tiempo, sobre todo cuando se investigan las acciones de los voluntarios soviéticos. Los españoles asesores y sus amigos, entre ellos sus amigos españoles, lo llamaron Carlos Castejón y así lo recordaban. Rodrigo Mateo era el alias de Serov).


Un Polikarpov I-15, los populares “Chatos”, como el que pilotaba Yakushin, al que algunos han denominado como “el Halcón nocturno”. (Clic en la imagen para verla ampliada).

Después de su llegada se organizó, bajo el mando del I. Eremenko, una escuadrilla de aviones I- I6, llamada 1/21. Primero esta unidad realizó tareas defensivas en Cartagena y Alicante, cubriendo los buques y transportes de los ataques aéreos de insurgentes. Durante un período de inactividad forzada en junio de 1937, la mitad del grupo fue enviado al aeródromo de Los Alcázares, donde fue re-equipado con biplanos I-I5. La escuadrilla tomó entonces la nueva denominación 1/26.

La escuadrilla fue operativa dos días después de iniciada la campaña de Brunete, donde la aviación jugó un papel importante. Los insurgentes aumentaron su presencia en las batallas de aire mediante el uso de unidades alemanas e italianas armadas con modernos aviones. Pero los aviadores soviéticos consiguieron un considerable éxito, reclamando numerosos aviones enemigos derribados. El 1 de julio, Yakushin abrió su puntuación reclamando un Fiat CR-32 italiano destruido. Ese día se encargó a la escuadrilla un vuelo de reconocimiento de todas las carreteras enemigas que llegaban a Madrid desde el oeste. Por la mañana, comenzaron los vuelos previstos, sin embargo, en principio no se consiguieron resultados.


Los dos aparatos protagonistas de esta historia, el Polikarpov I-15 y el Junker JU-52, continuaron prestando servicio durante muchos años en el Ejercito del Aire español una vez finalizada la guerra. (Clic en la imagen para verla ampliada).

Un día cerca de anochecer, el mando decidió realizar el último vuelo del día por el conjunto de la escuadrilla. Doce aeronaves habían despegado desde la carretera que llevaba a Ávila. A unos 30-40 kilómetros de la línea del frente, sobre la región de Toledo, se encontraron con un número igual de CR-32 ¡y la batalla comenzó!
La escuadrilla obtuvo seis victorias sin ninguna pérdida, aunque ninguno de los pilotos soviéticos pudo reclamar dos de los Fiat derribados por la confusión de una pelea realizada a cara de perro. (Shingarev escribió que el comisario de pilotos voluntarios soviéticos, Felipe Agal'tsov, los visitó en la tarde del 30 de junio -su alias en España fue coronel Martín-. Shingarev menciona la fecha de aquel combate como el 1 de julio de 1937, y que era su primer combate sobre Toledo -fueron atacados por un grupo de CR-32 Fiat. Juntos, Eremenko y Kuznetsov derribaron tres Fiat y vieron a Yakushin derribar otro).

La tarea básica de la escuadrilla en esta etapa era proteger la capital, por lo que establecieron su base en el aeródromo de Campo Soto. Con esa asignación, Yakushin obtuvo las victorias siguientes: el 6 de julio de 1937, junto con Serov, derribaron un Fiat italiano CR-32 sobre la región de Brunete. Y durante los dos días siguientes de la operación los pilotos soviéticos derribaron otros dos aviones. Singarev hace la siguiente descripción de la batalla aérea que tuvo lugar al día siguiente (07 de julio de 1937) cuando obtuvo Yakushin su siguiente victoria. En la mañana temprano, Yeryomenko recibió la orden de volar hacia la ciudad de Madrid para unirse con la escuadrilla de Lakeyev en el aire. La escuadrilla de Aleksandr Minayev, mientras tanto, estaba volando sobre la línea del frente. La defensa antiaérea abrió fuego sobre los combatientes republicanos situados sobre la estación de ferrocarril de Delicias. Un Fiat CR-32 apareció del lado del puente de la Princesa. Empezó una pelea a cara de perro sobre la estación de Delicias, el puente de Andalucía, y la fabrica de Tabaco. Un grupo de Ju-52 y Do-17 apareció por el lado occidental. La escuadrilla de Minayev voló para interceptar a los bombarderos, pero los Fiat atacaron a los I-l5 y los dispersaron. José Redondo, el piloto español de uno de los I-15, fue herido; Rybkin lo protegía, pero ambos fueron forzados a pelear contra nueve Fiat. Un Fiat colisionó con otro y se prendió fuego. Rybkin y Redondo se juntaron con Petrov y Karpov, que habían acudido a ayudar. En ese momento, Yakushin, Eremenko y Serov atacaron al grupo principal de Fiat desde arriba. Un Fiat fue derribado y el piloto capturado. Los pilotos de I-15 e I-16 habían visto cuatro Bf-109, pero no atacaron a los combatientes republicanos. El I-15 del austriaco Korrows Walter fue atacado por un Fiat y fue derribado; inmediatamente el I-15 de Yakushin atacó ese Fiat y lo destruyó en el aire. Al comentar esta batalla, el investigador de la guerra civil española Víctor Turón, de Barcelona, afirma que la unidad Fiat involucrada en esta lucha fue el Gruppo 23, italiano, dirigido por el Mayor Zotti; ellos reclamaron tres I-15 y tres I-16 por la pérdida de dos Fiat: Gino Passeri (muerto) y Alfonso Mattel (lanzado en paracaídas).


Un grupo de curiosos observa un aparato de la aviación franquista derribado. (Clic en la imagen para verla ampliada).

La actividad de la aviación republicana obligó a los insurgentes a realizar acciones nocturnas. Empleando tácticas básicas, comenzaron a bombardear los aeródromos y las posiciones republicanas con aviones monoplazas. No se hizo nada como respuesta a estos ataques excepto tomar medidas de defensa pasiva, tales como el enmascaramiento y el oscurecimiento. Incluso la sugerencia de los aviadores soviéticos de utilizar a sus combatientes en la noche no fue apoyada al principio. Sólo después de una conferencia en el Cuartel General con el coronel español Vicente Rojo se autorizaron las actuaciones nocturnas. Tenía que ser a la vuelta y, al fin, ¡así fue! Un vuelo de patrulla de cazas nocturnos dirigido por Victor Kuznetsov (los pilotos eran Yakushin, Serov, Rybkin y Sorokin) que había sido formado por la escuadrilla Eremenko en el aeródromo de Alcalá de Henares para el inicio de la operación Brunete.

El aeródromo fue bombardeado por un Ju-52 en la noche del 14 de julio de 1937. El avión de Serov fue dañado mientras aterrizaba y el piloto resultó levemente herido en la cabeza. El 15 de julio, un Ju-52 de nuevo bombardeó el aeródromo; Rybkin trató de despegar e interceptarlo, pero no pudo arrancar el motor. Ningún avión sufrió daños.


Militares republicanos observan el motor de un avión alemán abatido, en el que podemos distinguir la marca BMW. Observen también el tamaño del pistolón que porta el soldado. (Clic en la imagen para verla ampliada).

En la noche del 18 de julio, un I-I5 (pilotado por Yakushin) se encontró con un bombardero Ju-52 y trató de interceptarlo. El Ju-52 abrió fuego y dañó ligeramente al I-I5, que aterrizó con éxito.

En la mañana del 18 de julio, Kuznetsov y Sorokin marcharon a la URSS.
Las operaciones nocturnas no fueron fáciles porque los aeropuertos no tenían la infraestructura necesaria, como faros, reflectores, etc. Se usaron los faros de los coches y hogueras encendidas en la pista, que el personal de tierra cubría a la primera señal de la presencia del enemigo. El entrenamiento comenzó en Alcalá de Henares, que era el campo de aviación más adecuado. Allí se convirtió el Chato de Yakushin en el líder de vuelo nocturno. (Algunas fuentes mencionan a Serov como líder).


De izquierda a Derecha: el piloto de Katiuska conocido como la “Bruja Pirulí”, Mijail Yakushin, el piloto de “chatos” Juan Larios y el mecánico de Yakushin, José Alares, posan ante un JU-52. Fotografía Revista Aeroplano. (Clic en la imagen para verla ampliada).

El experimento se puso en práctica el 25 de julio. Yakushin empezó su patrulla a 3.000 metros de altitud, seguido de Serov a 2.600m. Yakushin avistó un avión de tres motores rumbo a Madrid. Acercándose desde el este, le atacó con sus cuatro ametralladoras casi a quemarropa, a unos 40 metros y agotando su munición. Las balas dieron en el blanco, pero el avión no cayó –tan solo alteró el curso y disminuyó la velocidad-. De vuelta en tierra, un decepcionado Yakushin discutió el resultado negativo con Serov. Decidieron que si querían incendiar el Junkers tendrían que concentrar su fuego sobre el tanque de combustible ubicado en el cruce del ala derecha con el fuselaje.

En la noche del 25-26 de julio de 1937, cuando se informó desde las líneas republicanas de bombardeos enemigos sobre el área de El Escorial, partieron hacía el frente y lo sobrevolaron de noche por primera vez. Ayudados por el resplandor de los fuegos encontraron la zona de patrulla. Esta vez la suerte acompañó a Yakushin y pronto vio un bombardero enemigo. Girando 180 grados se acercó desde el este y a su misma altura, hacia el estribor del enemigo. Acercándose lo más que pudo abrió fuego y al instante apareció la llama a lo largo de fuselaje del Junker, (era la 1:42AM). El artillero enemigo trató de impedir el ataque, pero Yakushin continuó disparando, siguiendo a la nave hacia abajo hasta que aterrizó junto al Escorial en la carretera de Robledo de Chavela. Cuatro hombres de la tripulación del Ju-52 murieron en el aire, el quinto herido fue tomado prisionero. La tripulación (todos de 3K/88 y volando Ju-52 22+ 76) era la siguiente: Teniente Leo Falk, Fieldwebel (sargento) George Ubelhack, Unteroffizier (oficiales no comisionados) Friz Berndt, Walter Brotzmann y Heinz Bottcher, que fue capturado.

Smirnov establece la fecha de esa acción el 27 de julio; quizás el vuelo comenzó antes de la medianoche. Chingarev fija la fecha antes de la medianoche. Esta confusión aparece a menudo con las fechas de los vuelos nocturnos, ya que la fecha del calendario que se notifica no es consistente. Esta fue la primera victoria nocturna republicana durante la guerra civil española.


Mijail Yakushin (I) y su mecánico José Alares, posan ante la estela en recuerdo de los aviadores fallecidos que estaba ubicada en el lugar donde cayó el JU-52 abatido por el piloto soviético. Fotografía Revista Aeroplano. (Clic en la imagen para verla ampliada).

A la noche siguiente, Serov destruyó un Ju-52 desde IK/88, con un muerto (August Heyer) y cuatro prisioneros (Johannes Remling, Rolf Pirner, Walter Schellhorn and Bruno Thielebein).

En cuanto al derribo de esos dos bombarderos alemanes por Yakushin y Serov, un libro reciente publicado por Patrick Laureau y Juan Arraez Cerda aporta alguna información nueva. Han tenido acceso a las listas de tripulantes alemanes enviados a España en 1936-1939 y han confirmado que dos bombarderos fueron destruidos: hubo un superviviente del primero y cuatro del segundo, con un total de 5 muertos y 5 capturados. Esto confundió a los historiadores durante muchos años porque las listas de Alemania publicó anteriormente contenía sólo los nombres de los muertos, y muchos autores creían que sólo un bombardero alemán había sido derribado. Ahora está claro que Yakushin y Serov derribaron dos Ju-52 en dos noches consecutivas y casi sobre la misma área.

En la madrugada del 27 de julio, Ptukhin y el personal de tierra encontraron los restos del Ju-52 tiroteado por Yakushin. Recogieron los mapas y los registros de vuelo de sus pilotos muertos, y se pudo establecer que el Ju-52 había formado parte de un escuadrón de bombardeo con base en el aeródromo de Avila que tenía el "Dragón Negro" como emblema en el fuselaje y en la aleta. Por estas patrullas nocturnas, el gobierno republicano premió a Mikhail Yakushin y Anatoli Serov con relojes de oro y coches personales, también fueron galardonados con la orden de Red Bunner por el gobierno soviético.


Mapas y documentación encontrada en los restos de un avión alemán derribado. (Clic en la imagen para verla ampliada).

Estas primeras victorias elevaron el espíritu de todos los pilotos, y no sólo en el frente central, otras áreas comenzaron a organizar grupos de I-15 para caza nocturna. El negocio continuó.” (Para leer el relato completo haga clic aquí).

Como hemos podido comprobar en el relato anterior, realmente se trató de dos aviones los derribados, y no uno como sostiene la versión de ADAR citada anteriormente. Esta versión también coincide en que hubo dos derribos, uno en El Escorial, mientras que el otro si nos hacemos caso de las lápidas, se produciría sobre Quijorna. Sin embargo lo que no nos coinciden son las fechas, ya que el relato sostiene que los derribos se produjeron en noches consecutivas, mientras que en las lápidas las fechas si que coinciden, tal vez el primer derribo se produjo en la madrugada del 27, es decir en una hora sin luz a.m o “ante merídiem”, mientras que el segundo lo sería en horario p.m. o “post merídiem”, con lo cual las fechas coincidirían como reflejan las lápidas y encajaría también en lo que sostiene el relato de Zhirohov.

Como casi siempre en temas relacionados de la Guerra Civil, un tema enlaza con otro, y este con otro nuevo, y seguramente si continuáramos profundizando llegaríamos a otros nuevos temas enlazados con estos, e inevitablemente surgirían nuevas interrogantes. En nuestro caso partiendo de la noticia de la retirada de la placa del cementerio de La Almudena, hemos conocido un poco más tanto de la historia de este mausoleo y de su inauguración, como de las personas que fueron sepultadas en este lugar. También sabemos ahora quien fue el piloto que derribo los aviones en los que volaban algunos de ellos y las circunstancias del combate, conociendo así mismo el hecho de que el derribo de uno de estos aparatos de la Legión Cóndor constituyó la primera victoria nocturna de la aviación republicana.

Se nos quedan preguntas en el aire, como cuales fueron las circunstancias en las que fallecieron los otros tres aviadores en Arenas de San Pedro, o la razón que llevó a las autoridades alemanas a enterrar a estos aviadores en España, en vez de repatriarlos a su país, o bien saber quien era la otra persona que pidió ser enterrada junto a estos aviadores ya en 1967. Y podríamos seguir planteando muchas más interrogantes que esperamos poder responder en una próxima crónica.

Florentino Areneros.


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