miércoles, 29 de febrero de 2012

LA CAVERNA

LA CAVERNA
Presentación del último libro de Luis Togores.

El pasado 23 de febreo fue presentado en el Colegio Mayor África de Madrid el libro “Historia de la Guerra Civil” del historiador Luís Eugenio Togores, “uno de los autores más polémicos y controvertidos del panorama historiográfico actual” según podemos leer en la portada de su libro. Debido a la duración de la presentación, el número de personas que intervinieron, así como a la densidad e interés de todo lo tratado es muy probable que nos hayamos dejado alguna cosa en el tintero, o carezcamos de la necesaria concreción en algunos pasajes. Como disculpa indicar que solo contamos con nuestra memoria y unos escasos apuntes para elaborar esta crónica. Disculpen de antemano los errores u omisiones que hayamos podido cometer, que corregiremos a la mayor brevedad posible si tienen a bien comunicárnoslo.

Florentino Areneros.


Imagen en la quue podemos ver a los participantes en la presentación del libro de Luis Togores, en el centro la moderadora Gracia B. Busian. (Haga Clic en cualquiera de la imágenes para verla ampliada).

LA CAVERNA
Presentación del último libro de Luis Togores.

Los antiguos griegos conseguían explicar el mundo recurriendo a la mitología. Así la tierra estaría sostenida por un titán de nombre Atlas, los rayos y truenos de las tormentas eran reflejo del enfado de Zeus, al igual las tempestades marinas lo eran del de Poseidón, por poner solo algunos ejemplos. Pero los griegos sin duda eran hombres inquietos, querían conocer más, y así nacería lo que conocemos por filosofía que en griego antiguo significa “amor por la sabiduría”, con la que tratarían de encontrar respuestas a cuestiones relacionadas con el hombre como el propio conocimiento, la vida, la moral, etc. La nómina de filósofos griegos es extensa, y quizá uno de los más conocidos y que más influencia ha ejercido de todos ellos hasta nuestros días sea Platón.

Platón nacería en Atenas allá por el 428 a.C. y sería uno de los discípulos de Sócrates, quien ejercería una gran influencia en su pensamiento y obra. La muerte de su maestro, que fue condenado a muerte acusado de “corromper a los jóvenes y falta de creencia en los dioses ancestrales” y ejecutado por ello, marcaría profundamente a Platón que dedicaría gran parte de su obra a la memoria de su maestro, que para Platón había sido condenado injustamente.

Lienzo de Jean-Louis David que representa la muerte de Sócrates, condenado por la acusación de “corromper a los jóvenes y falta de creencia en los dioses ancestrales”.

La obra de Platón es extensa, y entre sus obras encontramos una de título “La República” (ya es puntería). En ella el autor desarrolla el “mito de la caverna”, donde Platón nos hace ver como los sentidos (o los sentimientos) pueden llegar a resultar engañosos, concluyendo que la única forma de conocer la realidad es mediante la razón. Platón nos relata como en una profunda caverna se encuentran un grupo de hombres presos en ella desde su nacimiento. Estos prisioneros están encadenados por el cuello y las piernas, de tal manera que todo el tiempo lo pasan contemplando una única pared de la cueva sin poder mirar hacia atrás. A la espalda de estos hombres se encuentra un muro, y más atrás todavía una hoguera encendida. Entre la hoguera y el muro circulan otros hombres que llevan diferentes objetos elevados por encima del muro, de modo que la luz de la hoguera proyecta una sombra de estos objetos sobre la pared hacia la que miran los prisioneros, los cuales pueden contemplar estas sombras. Para los prisioneros no existe otra certeza, o realidad, que la de las sombras proyectadas, ya que no pueden saber nada de lo que ocurre o existe a sus espaldas.

Haga clic en la imagen para ir a la página de Madrid en Guerra.

Es entonces cuando Platón nos plantea lo que podría ocurrir si alguno de aquellos prisioneros fuera liberado. En primer lugar este hombre se encontraría con la hoguera, por la que Platón quiere significar la existencia de otra realidad, de una nueva realidad. Que a su vez es una realidad más compleja que la conocida por el prisionero hasta ahora, ya que esta realidad es a la vez causa de la primera: las sombras, realidad que estaba compuesta exclusivamente de apariencias sensibles.

Grabado en el que se representa el mito de la caverna de Platón.

Una vez que el prisionero es consciente de esta nueva realidad, Platón va más allá y nos plantea que ocurriría si el prisionero pudiera salir al exterior de la cueva. Al abandonar la caverna, poco a poco, según su vista se va acostumbrando, empieza a distinguir una nueva realidad en la que hay árboles, animales, hombres, etc, es decir el “mundo inteligible” , que a su vez es la base de las anteriores realidades. En este viaje al exterior acabará por contemplar el Sol, la máxima luz, con lo que Platón quiere representar al bien, al conocimiento. Tras ello Platón lleva nuevamente a nuestro protagonista hasta el interior de la cueva, para transmitir sus descubrimientos a sus compañeros. Pero cuando se encuentra con ellos y se lo comunica, estos se ríen de el y lo toman por un loco, dando a entender Platón que si sus antiguos compañeros tuvieran oportunidad lo matarían.

Con este mito o alegoría el filósofo ateniense nos va trasladando por una serie de metáforas y símbolos, que comienzan con el grupo de encadenados donde podemos identificar a los hombres, a los ciudadanos atenienses, estos hombres solo conocerían la realidad que les muestran los otros hombres que se encuentran al otro lado del muro mediante la proyección de las sombras de diferentes objetos. En estos hombres que proyectan las sombras Platón simboliza a los sofistas, que eran quienes en aquella época educaban en base a la mitología y los versos de Homero. En el esclavo que escapa y consigue salir al exterior, lugar donde se encuentra el verdadero conocimiento, Platón nos quiere representar al filósofo, al hombre que quiere conocer, que quiera saber. Concretamente este “filósofo” es una metáfora del mismo Sócrates, que cuando quiere mostrar esta nueva realidad a sus antiguos compañeros encadenados, no es comprendido por ellos que acaban matándole, como ocurrió como el propio Sócrates en la realidad.

Cartel anunciador de la presentación.

La otra tarde en la presentación del libro de Togores, escuchando tanto las intervenciones de alguno de los ponentes, como las de algunas de las personas que participaron en el debate, incluida alguna actitud en el público, me vino a la cabeza automáticamente el mito de la caverna de Platón pero en esta ocasión aplicado al estudio de la Guerra Civil Española. Tras ver repetirse una serie de planteamientos, visiones y tópicos que deberían estar ya hace mucho tiempo descartados y superados, incluso mediante contundentes pruebas documentales, uno no puede sustraerse a la idea de este mito. De alguna manera me imaginaba la existencia de una cueva (o de dos si lo prefieren, una por bando), donde al fondo se encontraran encadenados un grupo de personas a las que solamente se les mostrara una determinadas representación de una supuesta realidad, de tal manera que no son capaces de asumir otra, ni siquiera de plantearse su existencia, al igual que en la caverna de Platón. Estas personas están tan acostumbradas a ver siempre lo mismo, repetido una y otra vez desde la infancia, que es muy difícil que puedan aceptar otra realidad, por muy buena voluntad que manifiesten tener. La pasada tarde en la conferencia se habló de muchas sombras, mostrándolas como realidades tangibles, seguramente con la seguridad de la certeza, queremos pensar que debido a que siempre se han contemplado, conocido, esas sombras, y tales sombras son tomadas como la verdad. Aunque siempre habrá algún “sofista” que trate de proyectar esa sombra sobre la pared de la cueva, a sabiendas de que se trata de una falsa realidad y de que está engañando a los que la contemplan.

Otra imagen de los ponentes.

Hasta aquí el “mito de la caverna” de Platón en versión Sol y Moscas, y ahora vamos a repasar los momentos más estelares de el fastuoso festejo que tuvo lugar el pasado jueves 23F en el monumental coso del Colegio Mayor África donde tantas tardes de gloria hemos disfrutado los buenos aficionados a este noble arte de la guerracivilmaquia. Festejo celebrado con motivo de la presentación del libro “Historia de la Guerra Civil Española”. Los tendidos estaban abarrotados, algo que no presenciábamos en este lugar desde la clamorosa actuación de “Universitario” hace ahora un año, destacando la presencia de un buen número de jóvenes estudiantes entre los presentes. Destacar nuevamente la presencia de una destacada representación de gefremeros encabezados por el legendario “Moncloveño” y junto a él “Merengón”, que cada día hace más méritos para un ascenso, Vicente González “Cubanito” y el “Chato de Ventas” que continua con la hora de Ifni, a mitad de camino de la Península y Canarias, por lo que siempre llega media hora tarde a todos los lados, destacar entre el público la presencia del destacado historiador Severiano Montero. Presidía o moderaba la presentación la periodista Gracia B. Busian, que hace una semana intervino brillantemente en la presentación del libro de Alfredo Cabanillas, donde manifestó con una sinceridad que la honra, que le había sorprendido que hubiera “rojos que fueran católicos”, como ven otra sombra más en la pared de la cueva que ha desaparecido, por lo menos para una persona. Junto a ella, y por orden de intervención, Juan Manuel Riesgo, Guillermo Calleja Leal, José Menéndez y el autor del libro Luis Eugenio Togores.

Comenzó su faena Juan Manuel Riesgo, haciendo una semblanza de la Asociación Española de Africanistas que organizaba el acto, remarcando el error (otra nueva sombra) de mezclar la expresión “militar africanista” con golpista o franquista. Señaló lo ambicioso del libro presentado, indicando que queda mucho por descubrir de la GCE. Tuvo una mención especial para Gefrema y su labor, y tras estos capotazos de recibo, en los que Riesgo en un auténtico maestro, comenzó su faena con la muleta, la parte seria.

A la izquierda el profesor Juan Manuel Riesgo y a su lado el magistrado José Menéndez.

En su primera tanda sostuvo que parte de todo lo relacionado con la GCE nace de dos falsedades, por un lado la matanza de Badajoz, con muchos menos ejecutados de lo que se dice, al igual que en las matanzas de Paracuellos, donde también se exageraron las listas poniendo varios ejemplos de fusilados que tras la guerra gozaban de buena salud. Responsabilizó de aquello a Galarza, Poncela y Cazorla, restando responsabilidad a Carrillo, aun reconociendo que tenía que conocer los hechos. Finalizó esta tanda señalando que contrariamente a lo que se había escrito hasta ahora, Virgilio Leret no fue fusilado por los regulares, si no por soldados de aviación, como recogíamos hace tiempo en una crónica de esta publicación.

Se situó en el centro del platillo y comenzó una larga tanda de naturales repasando algunos de los principales errores a su entender cometidos por ambos contendientes. Por ejemplo el error de la República de meterse con Juan March, el “Pirata del Mediterráneo”, así como el error de Giral de licenciar a los soldados de reemplazo. Destacó el error general que habitualmente se tiene (otra sombra más en la pared) de que la mayoría de los militares apoyaron el golpe, cuando en realidad hubo bastante equilibrio entre ambos bandos, es más, con ligera mayoría en el republicano. A continuación enumeró alguno de los errores franquistas a su entender, como el hecho de desplazar a una de sus mejores unidades, los Tiradores de Ifni Sahara a Guinea, cuando podían haber jugado un papel mucho más importante en la Península, concretamente en la Batalla de Madrid. Batalla en la que las fuerzas franquistas cometerían otro error al atacar por la zona de la Universitaria, la menos indicada según Riesgo. Finalizaría su faena de fulminante volapié señalando que la GCE fue la última guerra romántica, lo que sin duda ha contribuido a que se escriban tantos libros de aquel episodio histórico. Tras su faena recibiría una clamorosa ovación. Juan Manuel Riesgo es un diestro con unas cualidades excepcionales, con un dominio de la técnica impresionante y unos conocimientos enciclopédicos que hacen de él un auténtico Cossio andante de la guerracivilmaquia, sin embargo alarga siempre una miajilla sus faenas, siempre encuentra colocado al morlaco para embrocar otro pase, aunque a veces esta vehemencia, además de poder costarle algún aviso desde la presidencia, también le resta vistosidad e intensidad al conjunto de la faena y hace que el público se distraiga y entre tanto pase pierda el hilo. Aunque en las últimas actuaciones suyas hemos constatado que cada vez son menores los efectos de esta querencia.

El profesor Guillermo Calleja (Izda.) y junto a el Luis Togores, autor del libro.

A continuación saltó al albero el profesor Guillermo Calleja Leal, que se fue directamente a los medios con el estoque de verdad en la mano. Traía su intervención escrita, y comenzó relatando la larga nómina de historiadores que se han centrado en la Guerra Civil, desde Bande, Garate o Salas Larrazabal, hasta los actuales. Señaló a continuación la condición de fratricida de esta guerra en la que se enfrentaban padres contra hijos y hermanos contra hermanos. Continuó destacando el carácter de obra indispensable que otorga al libro de Togores, en unos momentos en que la “historia está en manos de historiadores y políticos, en vez de historiadores como Luís Togores, que ha dedicado muchas horas de estudio y trabajo en una obra donde destacan la seriedad y la honestidad”, definió la Ley de Memoria Histórica como la “ley de la amnesia selectiva”.

Tras ello, Calleja comenzó a referir episodios de la GCE, algunos de ellos extraídos del libro citando las páginas (no puedo asegurarles que todos pertenezcan al libro), que tenían como línea argumental común la crítica al bando republicano. Comenzó destacando el asesinato a manos de comunistas de Andrés (no Andreu) Nin, en concreto de Orlov. Destacó la localización de la fosa en Alcalá de Henares con los restos del dirigente asesinado (al modesto entender de esta redacción, la fosa atribuida inicialmente a los restos de Nin, noticia de la que se hicieron eco muchos medios de comunicación, al final resultó ser una fosa de prisioneros republicanos. De todas formas prometemos investigar nuevamente el caso por si estuvieramos en un error).

Andreu Nin, asesinado tras ser torturado por los servicios de espionaje comunistas dirigidos por Orlov, y cuyos restos han sido localizados en una fosa en Alcalá de Henares según explicó el profesor Calleja.

A continuación se centro en Negrín, del que dijo que su objetivo era “ganar la guerra para hacer luego la revolución” (me temo que estamos ante otra sombra, pero esperemos a leer el libro por si aporta algún dato que lo corrobore), destacando que fue el propio Negrin quien creó el mando único (lo mismo me enteré mal). Habló también de la decisión de acabar con el Consejo de Aragón organizado por los anarquistas, donde metió a Indalecio Prieto que como Ministro de la Guerra envió a tropas comunistas para reducir a los anarquistas, y estos antes de enfrentarse a los comunistas, ante el peligro de que los franquistas aprovecharan para atacar, decidieron someterse a su pesar a la disciplina gubernamental.

Dedicó un buen tiempo el profesor Calleja a narrar el episodio ocurrido durante la Batalla de Teruel, que finalizaría con el fusilamiento de 46 milicianos de la 84BM que se negaron a volver al frente cuando estaban de permiso. También se hizo eco, y creo que en esta ocasión si que citó el libro, del hecho de que León Blum, presidente de Francia "tenía previsto invadir España o bien el Marruecos Español" (yo la verdad era la primera noticia, lo mismo tengo una sombra) pero ante la pasividad británica desistió finalmente. Este hecho influiría en que Franco en vez de continuar su ofensiva sobre Cataluña como le pedían alguno de sus generales, decidiera avanzar sobre Valencia, para no enojar a los franceses, además de que si conquistara Cataluña tendría el problema de tener que alimentar a mucha gente.

El Presidente de Francia León Blum, quien tuvo intención de invadir España o bien el Marruecos Español durante la GCE según información de los ponentes.

Para finalizar su intervención, el profesor Calleja se centró en la Batalla del Ebro, la más sangrienta de toda la guerra, con una horquilla de entre 60.000 y 97.000 bajas republicana por 50.000 de las fuerzas franquistas. Esta audaz ofensiva, “ordenada por Negrín”, sería iniciada para quitar presión sobre Valencia, aunque según Azaña de los encargados de dirigir esta operación, solamente Modesto sabía leer un mapa. Pero lo más sorprendente de todo (o lo más sombrío) es el hecho de que en el libro (en la página 341 que esta si que la apunté) se recoge el hecho de que esta ofensiva Vicente Rojo "la planteó a propósito como una derrota para forzar el fin de la guerra", constituyéndose de esta manera el general Rojo como un antecesor de Segismundo Casado (en palabras de los ponentes). Y así remató su faena Calleja, que arranco una sonora ovación de los tendidos.

El general Vicente Rojo, Indalecio Prieto y Juan Negrín, algunos de los protagonistas citados en la presentación del libro de Togores.

Tras el profesor Calleja tomaría la palabra José Menéndez, antiguo magistrado del Tribunal Supremo, que vivió la guerra siendo un niño. Desglosó una serie de vivencias personales, con el indudable interés que tienen todos los testimonios de los testigos de aquellos acontecimientos, aunque bien es cierto que al igual que muchos de los que vivieron ese terrible episodio en uno u otro lado, se le notó influido por determinadas sombras proyectadas durante mucho tiempo. Reconoció que la guerra le marcó desde niño, pasando luego a la dualidad de los dioses griegos Cronos y Kayros (que he de reconocer fue el momento cuando me vino a la mente la alegoría de la caverna de Platón). A continuación fue enumerando una serie de episodios que de alguna u otra forma se repiten en los testimonios de muchos de los testigos: el episodio de los caramelos envenenados, las cartillas de racionamiento, los bombardeos de la aviación, que Menéndez atribuyo a la preparación de la inminente ofensiva (otra tremenda sombra) y como tuvo que cambiarse de domicilio con su familia desde Chamberí, donde vivía, a la gran casa de unos amigos de la familia en Claudio Coello, mudanza motivada al ver a asesores rusos en un convento vecino, lo que sin duda convertiría a aquel lujar en objetivo militar. En aquella gran casa tendría que convivir con una sindicalista y sus dos sobrinas, así como con un simpático cartero cojo que le daba caramelos, personajes que se vieron obligados a aceptar como huéspedes. No podía faltar la alusión al “individuo avieso”, en este caso el “Cherepa” un siniestro personaje con joroba, armado con unos alicates, con los que extraía los dientes de oro de los cadáveres de personas asesinadas en los “paseos”, así como todo lo que pudieran portar de valor. Tampoco podía faltar la referencia a las tropas de Franco desfilando junto a los carteles de “no pasarán” cuando “ya habían pasado”.

Un edificio bombardeado en Madrid.

Prosiguió su emotiva intervención destacando el carácter cainita de los españoles a lo largo de la historia, algo que es necesario abandonar de una vez para siempre. También recordó la teoría que sostiene que la historia de alguna forma es cíclica, por lo que estamos condenados a repetirla, aunque él se declaró contrario a aceptar esta máxima contra la que todos deberíamos esforzarnos en que no fuera realidad. Terminó citando el libro de Fidel Castro “la Historia me absolverá”, pidiendo que la historia no debería absolver a ningún tirano, al igual que a ninguno de los criminales de ambos bandos de nuestra guerra civil. Finalizó recordando a alguna de las víctimas inocentes de aquella tragedia, como Lorca, José Antonio Primo de Rivera, Miguel Hernández, Calvo Sotelo o Julián Besteiro, personas que podrían haber hecho mucho por España. Tras recibir una clamorosa ovación como premio a su faena, dejo José Menéndez en el aire varias preguntas para el posterior debate: ¿Dónde murió Besteiro?, ¿estaba Azaña de acuerdo con Companys cuando este declaró el estado catalán?, y si es cierto que Durruti tras meter en un vagón de tren a un grupo de homosexuales de su columna, ordeno que se los asesinara allí mismo. Estas respuestas finalmente no fueron respondidas durante el debate, yo solo conozco la respuesta de una de ellas, la primera, y la respondo desde aquí para tratar de eliminar otra sombra. Besteiro murió en la cárcel de Carmona, donde estaba recluido junto a un grupo de curas vascos detenidos por el régimen de Franco, al igual que había “rojos” católicos, también hubo curas que se opusieron al franquismo, y alguno sería fusilado por ello y otros encarcelados. Desconozco si alguno de ellos ha sido beatificado, o tiene algún reconocimiento similar por la jerarquía vaticana, pero me parece interesante que estos datos los conozcan jóvenes como la moderadora Gracia B. Busian para disipar algunas sombras como le ocurrió con la biografía de Fontanillas. Relacionado con este tema, recomiendo también la interesante crónica que nuestro amigo Javier M. Calvo publicó en su blog sobre el padre Huidobro.

Fotografía tomada en el penal de Carmona (Sevilla) donde vemos a Julian Besteiro (con chaqueta clara sentado en el centro) rodeado de un buen número de curas encarcelados junto a él por las autoridades franquistas una vez finalizada la guerra. Besteiro moriría en la cárcel pocos días después.

Y llegó el momento más esperado de la tarde, la actuación de Luís Togores, que paradójicamente fue la más breve de todas y quizá la más descafeinada. Los aficionados venían dispuestos a ver a este diestro (que como se recoge en la solapa de su libro se caracteriza por despertar la polémica), fajándose con diferentes temas comprometidos que sin duda podrían haber dado mucho juego, pero Togores se centro en glosar como fue la génesis del libro, el papel que espera ocupará su obra en la reciente historiografía y algunos apuntes generales de la obra, en fin una faena de aliño que el diestro desarrolló con aseada pulcritud, se le nota experiencia en los alberos, al fin y al cabo de lo que se trata es de que los aficionados lean el libro, y si lo compran pues mucho mejor.

De izda. a dcha.: Juan Negrín (con gabardina), Manuel Azaña,Indalecio Prieto, el general Miaja y El Campesino. Este último según el propio Azaña era incapaz de interpretar un mapa.

Comenzó su faena el maestro del CEU explicando cuales habían sido las razones que lo habían impulsado a enfrentarse a un morucho de estas características como es una historia general de la GCE. Estas razones eran un fracaso y una vanidad. Fracaso al no conseguir que sus propios hijos lean sus libros, algo que espera conseguir con este, y vanidad debido a que el se considera un historiador modesto y completar una obra de estas características es para él toda una satisfacción y un gran orgullo, ya que siempre quiso emular a un autor como Michael Howard y su trabajo sobre la Primera Guerra Mundial, que el autor británico consiguió sintetizar magistralmente en solo 200 páginas, aunque en este aspecto también ha fracasado ya que él ha necesitado cerca de 400. Indicó Togores que su trabajo lo considera un libro sin mérito, que recopila mucha bibliografía de manera clara para que pueda ser leído de una manera amena, él se ha limitado a resumir, juntar y redactar. Un libro que no pretende ser maniqueo entre “rojos” y “azules”, en el que predomina el "dato frente a la opinión", algo que el autor echa en falta habitualmente en el tratamiento de la GCE. Aseguró haber basado su trabajo en los de los mayores especialistas en cada tema, así en el Oro de Moscú toma como referencia a Viñas, mientras que en lo relacionado con la aviación se basa en Salas Larrazabal, por citar solo dos ejemplos. Para Togores es un libro de resumen tras 75 años que muy posiblemente pueda estar obsoleto el próximo año dada la velocidad con la que aparecen nuevos estudios y documentación. Finalizó señalando que quizá de lo que esté más orgulloso sea de la selección bibliográfica que ha realizado, donde recoge y comenta los para él 25 libros indispensables para conocer lo que fue la Guerra Civil Española. Una atronadora ovación premió la actuación del diestro.

El general Miaja (izda.) un militar brillante en palabras de Luis Togores, a su lado el general Vicente Rojo, un pésimo militar según manifestó también el autor.

Comenzó el debate con un certero quite del profesor Calleja quien señaló que la sangría para España no solo fue debida a las muertes durante la guerra, también se produjo por la cantidad de talento que tuvo que partir al exilio. Y fue durante este debate cuando el maestro Togores tuvo que saltar al albero para realizar diversos quites y fajarse de cerca con algunos temas. Comenzó el turno de quites el mismísimo “Moncloveño” colocando el toro en suerte para obtener una explicación de la teoría expuesta en el libro de que Rojo planteó la Batalla del Ebro para perderla, y así acelerar el fin de la guerra. Togores manifestó que se basa en evidencias solamente, no tiene ninguna prueba documental, pero que es una sensación “intelectual”, lo mismo dentro de unos años aparece algún documento que lo corrobore. Togores dejo muy clara su opinión para manifestar que consideraba a Rojo un mal militar, le criticó duramente, opina que quien realmente tenía talento era Miaja, un general de “mucha categoría”. Intervino también nuestro compañero de Gefrema, Vigente González, que se mostró muy crítico con alguna de las afirmaciones vertidas en la conferencia, como que los bombardeos eran para preparar la ofensiva, o que como se podía cuestionar a Tagüeña, entre otras afirmaciones que hicieron enojar a algún aficionado de los tendidos que manifestó que no habían venido a oír a Vicente, comentarios que el interpelado capeó con mucha clase y demostrando gran oficio.

En 1938 se firmarían el Pacto de Munich, entre las potencias fascistas europeas, Italia y Alemania, y la potencias democráticas, Francia e Inglaterra, lo que supondría un duro golpe para las aspiraciones de los republicanos españoles, según manifestó el historiador Severiano Montero durante el debate.

Sería durante el debate cuando Togores tuvo que mostrar su arte, y sinceramente pensamos que su argumentación presenta numerosas sombras, siempre teniendo en cuenta el hecho de que todavía no hemos leído su libro. Por ejemplo sostuvo que la República tenía mejor armamento, pero les fallaba la organización y logística, además carecían de moral de victoria, algo que los franquistas si que tenían. Destacar una intervención de Severiano Montero que cuestionó lo sostenido por Togores, entre ello la cuestión del armamento poniendo el ejemplo de los brigadistas americanos, que sin haber manajado un fusil en su vida, antes de ir al frente solo habían podido disparar “cuatro cartuchos” porque no había ni balas, también recalcó la falta de apoyo internacional y el desigual bloqueo, aunque parte del público afirmaba que la frontera francesa estaba abierta (otra sombra), así como que la puntilla de la Republica fueron los acuerdos de Munich, destacó el hecho de que el ejército republicano si que tenía moral de victoria, sobre todos tras evitar el asalto a Madrid, que podía ser considerado como una importante victoria y la derrota de los sublevados en Guadalajara. Un debate interesante, al que falto tiempo y quizá un conocimiento más profundo del contenido del libro. Aunque lo importante fue que hubo intercambio de opiniones más o menos fundamentadas, por lo menos es un principio, un punto de arranque. Cuanto me gustaría poder ver un debate entre Viñas y Togores por ejemplo, aunque lo tuviera que moderar Campo Vidal y con tiempos tasados, tal vez desaparecerían muchas sombras. Pero bueno, como digo lo importante es que haya voluntad de conocer distintas versiones o interpretaciones, como ocurrió al final de la conferencia en la cafetería donde pudimos ver por ejemplo al profesor Calleja y a Vicente González departiendo amigablemente, como tiene que ser.

Breve video en el que podemos ver al profesor Luis Togores presentando su libro en la cadena de televisión Intereconomía, en donde ofreció su particular visión de los acontecimientos: "si la república hubiera ganado la guerra media España hubiera sido aniquilada como en Paracuellos...".

Hasta aquí esta crónica, en la que se nos ha ido la mano nuevamente con la extensión, pero considerábamos que había que reflejar muchos detalles, que esperamos completar una vez leído el libro. Aunque hay muchas cosas de lo que se dijo con las que estamos en desacuerdo, nos quedamos con esa voluntad de entendimiento e intercambio de opiniones que se pudo apreciar durante el debate. Somos conscientes de que hoy en día muchas personas (entre los que por supuesto nos incluimos) siguen conociendo la realidad de lo que fue la Guerra Civil mediante sombras, que unos y otros se han encargado de ir creando y mostrando al público, una sombras que afortunadamente van desapareciendo con el tiempo, aunque bien es cierto que hay gente que sigue mirando a la misma pared y le cuesta cambiar la mirada apartándola de las sombras que lleva contemplando desde hace tanto tiempo. Posiblemente muchos autores escriban influenciados por esas sombras que llevan conociendo de siempre como ciertas, y si se equivocan en sus juicios es algo comprensible y que sin lugar a dudas puede tener arreglo. Sin embargo, si algunos historiadores, al igual que los “sofistas” de la cueva de Platón, siendo conscientes de que las sombras son meras ilusiones, pero sin embargo insisten en presentarlas como ciertas equivocando intencionadamente a los que las contemplan (ya sea por motivos políticos, ideológicos, económicos, o cualquier otro) sería algo no solamente censurable y criticable desde el punto de vista de la ética profesional, sino que desde el punto de vista moral (a sabiendas de que se trata de un tema que levanta tantas ampollas, pasiones y divergencias) sería una conducta bastante miserable. Confiemos en que en un futuro no muy lejano las cavernas de la historiografía de la Guerra Civil afortunadamente sean también ya historia.

Florentino Areneros.


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