martes, 27 de mayo de 2014

RUTA BUITRAGO DEL LOZOYA

Una instantánea de los aficionados que abarrotaban los tendidos junto al fortín de Peña Zorreras. FOTO CAPA (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)
RUTA GEFREMA:
BUITRAGO DEL LOZOYA

El pasado 11 de mayo un selecto grupo de aficionados al noble arte de la guerracivilmaquia tuvieron el privilegio de presenciar un monumental festejo del que hablarán nuestros nietos, en el que lidiaron esa terna de lujo conocida como la Agrupación de Comandos Modesto, compuesta por los inigualables Modesto, Merengón y Moncloveño, que nuevamente cuajaron una memorable actuación tras la que protagonizaron una apoteósica salida por la puerta grande de la muralla medieval de Buitrago entre las aclamaciones de un público entregado .

Como dijo aquel “al alba y con tiempo duro de levante...” comenzaron los aficionados a reunirse en la madrileña Plaza de España para subirse al vehículo acorazado que habría de conducirles al monumental coso de Buitrago. Allí se encontraban junto a los tres diestros algunos de los más significados miembros de la afición gefremera: Capa, Inés Tremis, Arquitecto, Maquinista, Juanito (I y II), Ramón “Autómatas”, Alcazareño, Paco “Malatesta” y otros muchos aficionados más, entre los que destacaba una nutrida representación internacional, con seguidores llegados desde la misma Madre Rusia y de los Estados Unidos. Sin olvidar destacar una notable presencia femenina en los tendidos, que presentaban una buena entrada, rozando el lleno.

Con un poco de retraso (nuevamente a Merengón se le pegaron las sábanas, ya no sabemos que hacer con él) y con un público entusiasta, comenzó el ameno viaje hasta la localidad de Piñuecar. Tras una primera parada para contemplar un extraordinario ejemplar que se encuentra a escasos metros de la Nacional I, los expedicionarios comenzaron la ascemsión al Cerro Piñuecar, puntuable de primera categoría. Tras una primera parada junto a unos interesantes parapetos cercanos al cementerio de la localidad, así como un excepcional sistema de trincheras, se situó en cabeza de pelotón Merengón, un equipier de inigualables facultades para las etapas de montaña, que fue tirando del grupo dosificando el esfuerzo y marcando los desarrollos más convenientes para cada rampa. Con esta inestimable ayuda, se consiguió coronar el alto sin que los participantes dieran muestra de fatiga, aunque como siempre ocurre en este tipo de etapas en el pelotón se fue haciendo “la goma”, escalonando su llegada todos los participantes.

La visión desde la cima del cerro Piñuecar es espectacular. Desde esta privilegiada atalaya se contempla gran parte del valle del Lozoya, desde Somosierra a la Cabrera, así como toda la comarca de Buitrago y los embalses que lo circundan. Aprovechando lo excepcional del lugar, los diestros aprovecharon para lucirse explicando como se desarrollaron las operaciones de la Batalla de Somosierra en el verano de 1936, una lidia que arrancaron sentidas ovaciones en las gradas. Pero si espectacular es la visión desde lo alto del cerro, no menos espectacular es el fortín excavado justo debajo del vértice geodésico que corona la montaña. Una estructura de características singulares, conocida como el “Observatorio de García Escámez” que provocó un encendido e interesantisimo debate entre los expertos en fortificación de Gefrema, que plantearon diferentes teorías sobre su construcción y funciones. Un debate que todavía continua en el aire y que estamos seguros que en futuro aportará interesantes novedades, varios de los que intervinieron se han planteado regresar al lugar para estudiar esta singular estructura con el detenimiento y la atención que merece.

En lo alto del Cerro Piñuecar se encuentra un impresionante fortín excavado bajo el mismo vértice geodésico que corona la cima, el lugar era conocido como la “Posición García Escámez” durante la Guerra. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

Tras las fotos de rigor comenzó el descenso, y fue entonces cuando los aficionados vieron como Merengón, tras calarse la gorra como si de una boina se tratara, y colocarse la visera hacia la nuca, iniciaba un vertiginoso descenso que ponía la piel de gallina, con los más atrevidos del pelotón siguiendo su estela. Con total desprecio del peligro y de su integridad física, este grupo protagonizó algunos memorables momentos trazando curvas imposibles asomándose al abismo y desafiando a la tragedia. Posteriormente nos enteraríamos de que tanta prisa tenía su justificación en el ansia de tomarse un café en Piñuecar, donde el resto de aficionados visitó la fuente del pueblo, decorada desde los tiempos de la guerra, con los escudos de los cuerpos de Infantería, Artillería e Ingenieros, un lugar rebautizado tras esta ruta como la “Posición Roberto”.

La fuente de Piñuecar donde podemos contemplar los emblemas de los cuerpos de Ingenieros, Infantería y Artillería. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

Tras una breve visita a la bella localidad de Piñuecar, donde algunos pasaron por capilla, la expedición partió hacia Gandullas, parando una vez pasado el pueblo junto a la Cañada Real Segoviana, por donde discurriría la ruta. Comenzó en este punto la ascensión de la mítica Peña del Alemán, puntuable de segunda categoría, donde nuevamente se situó en cabeza de pelotón el incansable “Merengón”, a mitad de subida se efectuó una parada para visitar los restos de una gran fortificación al abrigo de unas rocas, que en su momento albergó el puesto de mando de las fuerzas republicanas que ocupaban este estratégico lugar, junto a ella se encuentra una cueva refugio de muy fácil acceso, que causó sensación entre los aficionados.

En una de las laderas de la Peña del Alemán encontramos los restos de lo que fue el puesto de manod, así como una cueva, en la imagen, que servía de refugio en caso de bombardeo. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

A continuación se culminó la subida a este emblemático emplazamiento donde se visitaron diferentes obras de fortificación de indudable interés, destacando el singular fortín que corona la cumbre, desde donde se domina una impresionante panorámica del frente, pudiendo contemplar, prácticamente a tiro de piedra, los fortines franquistas al otro lado de la pequeña vaguada que separaba a ambos ejércitos. La Peña del Alemán, o Cabeza Velayos, aparece reflejada en abundante bibliografía, un lugar de connotaciones casi míticas, todo un símbolo para la iconografía miliciana de los primeros momentos de la guerra. Aquí los diestros pudieron lucirse leyendo los textos del periodista cubano Pablo de la Torriente, quien narraba con todo lujo de detalles los “duelos dialécticos” que se entablaban entre los combatientes de ambos bandos en aquellas noches de verano.

En la cima de la Peña del Alemán encontramos un fortín republicano, al fondo podemos contemplar el Cerro Piñuecar. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

Desde la Peña del Alemán, tras cruzar la “tierra de nadie”, se llegó a las posiciones franquistas, donde continuo la lidia entre las aclamaciones de un público cada vez más entregado. El primer lugar en visitar fue la “Posición Casado”, un imponente fortín de forma pentagonal de excelente factura y conservación, desde el que se domina la Peña del Alemán. En aquel punto nuevamente los diestros arrancaron las ovaciones del respetable con la lectura de textos del capellán requeté Juan Urra Lusarreta, presente en este mismo lugar durante aquel convulso verano de 1936.

Un grupo de aficionados junto al fortín de la denominada “Posición Casado”. FOTO JAZ.(Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

Posteriormente se visitó el lugar conocido por el sobrecogedor nombre del “Parapeto de la Muerte”, con sus dos espectaculares fortines acompañados de sendos refugios subterráneos que causaron deleite entre los aficionados más intrépidos, que disfrutaron de lo lindo metiéndose por los diferentes vericuetos y galerías.

Un grupo de aficionados junto a uno de los fortines del lugar conocido como “Parapeto de la Muerte”. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

Desde el “Parapeto de la Muerte” los aficionados, que ya empezaban a pedir los máximos trofeos para los tres diestros, se encaminaron hacia la posición de “Peña Zorreras” donde se conserva un espectacular fortín construido en lo alto de una peña y al que se accede por una escalera esculpida en la roca. El fortín presenta un excelente estado de conservación, aunque junto al mismo encontramos los restos de lo que debió ser un fortín antitanque que dominaba la carretera a Gandullas, y que desafortunadamente se encuentra bastante deteriorado conservándose solamente los muros laterales. Tras la preceptiva y reglamentaria foto de grupo junto al fortín, se desató la euforia y los tres diestros fueron llevados a hombros hasta Gandullas entre una ovaciónes. Allí subieron nuevamente al autobús para dirigirse hasta Buitrago del Lozoya.

El singular fortín de Peña Zorreras construido sobre una peña. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

Al llegar a Buitrago se vivió otro de los momentos destacados de la jornada. En los planes iniciales se contemplaba una visita vespertina al Museo Picasso de la localidad, que tiene su origen indirectamente en las consecuencias de la Guerra Civil. Pero desafortunadamente por problemas administrativos no se pudo concretar esa visita pese a los denodados esfuerzos del maestro Modesto. Para compensar de alguna manera esta pérdida, los diestros tenían preparada una pequeña sorpresa, y de las bodegas del autobús sacaron dos neveras repletas de cervezas, refrescos y otras bebidas bien refrigeradas, así como diferentes viandas y aperitivos. Muchos de los aficionados no daban crédito, incluso algunos afirman haber visto caer una furtiva lagrima por las mejilla de algún veterano socio, conmovido por este detalle de los diestros, que ya se habían metido definitivamente a todos los aficionados en el bolsillo. Tras degustar bebidas y manjares, los aficionados se dirigieron a almorzar al afamado restaurante “Las Murallas” de Buitrago.

En algunas de las casas de Buitrago todavía se pueden contemplar los efectos de la metralla de los bombardeos en algunas fachadas. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

La comida transcurrió en un agradable ambiente de amistad y compañerismo, iniciándose durante la misma algunos interesantes y enriquecedores debates entre los aficionados. El ágape finalizó con los reglamentarios tres Hurras al padre Urra, pronunciados por la madrina del festejo.

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Posteriormente se inició un recorrido por la monumental villa de Buitrago, donde podemos contemplar un excepcional recinto amurallado medieval perfectamente conservado. Si el recorrido matutino había resultado excepcional, no menos grandioso fue el recorrido de la tarde, donde algunos de los aficionados que no estaban en cartel protagonizaron diversos quites de inigualable maestría. A destacar los maravillosos lances con los que Arquitecto obsequió a los presentes. Gracias a él pudimos conocer algunos detalles de la construcción de la muralla, los nombres de algunas de sus partes y un buen número de datos que enriquecieron de manera notable todo el recorrido. Pero por encima de todo destacó la lección magistral de historia medieval que dio a los presentes, destacando su conocimiento de la historia musulmana de España y de la propia Buitrago. Una exposición impagable que demostró nuevamente que las rutas de Gefrema no son Guerra Civil solamente, sino que en ellas, y en un ambiente lúdico, se pueden adquirir conocimientos no solo de historia y arqueología, sino de otras disciplinas como la botánica, la geología o la etnografía entre otras.

Una instantánea del maestro “Arquitecto” dando una lección de historia en una de las entradas al recinto amurallado de Buitrago. Observen como dos aficionados se arrancan por sevillanas. FOTO JAZ. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

Parecía que la tarde ya había dado de si todo lo que podía dar, pero entonces los aficionados llegaron hasta la antigua herrería, abandonada en la actualidad, con su potro de herrar en un excelente estado de conservación. El run run que precede a las grandes faenas se empezó a sentir en los tendidos cuando los aficionados vieron al maestro Capa colocándose para iniciar el quite junto al potro.

Es el maestro Capa un diestro multidisciplinar, domina casi todas las artes y todas ellas con notable maestría. Gran conocedor de los diferentes terrenos y suertes, puede triunfar en cualquier coso y ante cualquier ganadería, no hay morlaco que se le resista. Pero si destaca en alguna de todas ellas, sin duda es en sus amplios y enciclopédicos conocimientos etnográficos, no en Vano el maestro Capa es el alma del Museo Etnográfico de Montejo de San Miguel, un singular y excelente museo localizado en el norte de Burgos, muy cercano a la bella localidad de Frías, si algún día visitan aquella comarca les recomiendo que no dejen de visitar el museo, estoy seguro que les encantará. Por si todo ello no fuera suficiente, a todo ello el maestro Capa une sus dotes pedagógicas y didácticas, con lo que asistir a una de sus explicaciones, se convierte en un auténtico regalo. Pero como dicen que una imagen vale más que mil palabras, aquí les dejo la filmación integra del quite que Capa protagonizó en el monumental coso de Buitrago de Lozoya. Juzguen por ustedes mismos.


Video en el que podemos contemplar la magistral exposición realizada por el maestro Capa sobre las características y utilidad del potro de herrar, indispensable su visualización. La calidad de la filmación permite abrir el video a pantalla completa. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

Y hasta aquí la crónica de esta memorable ruta que recordaremos durante mucho tiempo. Un día inolvidable en el que los que asistieron tuvieron el privilegio de conocer un poco de la historia de la Guerra Civil, y de otras muchas facetas de la comarca, y a la vez disfrutar de una lúdica jornada.

Florentino Areneros.

DOCUMENTACIÓN DE LA RUTA
A continuación les copiamos el texto de parte de la documentación que se entregó a los asistentes a la ruta como complemento a las explicaciones de los guías. En una próxima crónica incluiremos el resto de la documentación formada por textos de diferentes autores referidos a la guerra en esta comarca.

Tropas republicanas se dirigen hacia Somosierra en el verano de 1936. Foto Archivo Rojo. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

LA LUCHA POR SOMOSIERRA

Los planes del general Mola para el golpe de julio de 1936 contemplaban la posibilidad de un avance rápido sobre Madrid de fuerzas provenientes del norte en el caso de que la sublevación fracasara en la capital, o bien que la situación de los sublevados en Madrid fuese comprometida. Para ello era de transcendental importancia el control de los puertos de la sierra madrileña, siendo los de mayor importancia el Alto del León, el Puerto de Navacerrada y el de Somosierra. Para asegurarse el control de este último. El día 16 Mola se reunía en Pamplona con Carlos Miralles, un joven militante de Renovación Española que desde hacía tiempo junto a sus hermanos Luis y Manuel colaboraban en la conspiración de Mola realizando labores de enlace. Mola le nombraría “capitán honorario” para que pudiera mandar una compañía si fuera necesario. Las ordenes de Mola son precisas: ocupar el puerto de Somosierra.

Carlos Miralles regresa a Madrid, y al día siguiente, 17 de julio, unos 50 hombres se toman posiciones en el puerto y en el túnel de ferrocarril todavía sin inaugurar que transcurre paralelo a la carretera. En la noche del 17 al 18, catorce hombres permanecen en el puerto, Miralles y dos compañeros parten hacia Burgos en busca de armas y municiones y el resto se retira a la cercana localidad de Boceguillas para no levantar sospechas. El día 18 transcurrió sin novedad, pero en la mañana del 19 un peón caminero denuncia al grupo sospechoso al alcalde de Buitrago, quien acompañado de varios vecinos armados, y tras engañarles fingiendo una avería, capturan a los golpistas y los conducen al pueblo para ser interrogados. Los compañeros de los detenidos al ir a relevarlos se dan cuenta de que han sido descubiertos y alertan al resto del grupo que se encuentra en Boceguillas. Desde Buitrago un grupo de paisanos se dirige al puerto, estableciéndose un intenso tiroteo que provoca bajas en ambas partes. Temiendo que puedan llegar más refuerzos desde Buitrago y dado lo precario de su situación, los rebeldes optan por huir hacia Burgos. Mientras tanto Carlos Miralles ha conseguido reunir una fuerza en Burgos de unos cien hombres, entre ellos algunos guardias civiles, y en la mañana del 19 emprenden camino de Somosierra, son la avanzadilla de otra columna de fuerzas regulares que se está formando en la ciudad. En las cercanías de Aranda de Duero se encuentran con los compañeros que habían abandonado Somosierra. Tras llegar nuevamente al puerto interceptan a tres motoristas de la Guardia de Asalto, y detienen a uno de ellos, por él se informan que la sublevación en Madrid ha sido sofocada. Las noticias hacen que Miralles decida regresar nuevamente a Aranda.

Un grupo de milicianos posa en las calles de Buitrago. Según el pie de foto se trataría de campesinos pertenecientes a la columna del alemán Max Salomón. Foto AHN. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

La noche del 19 al 20 sale de Burgos una columna al mando del coronel Gistau. Está formada por el II Batallón de San Marcial y una batería ligera. Durante el día es atacada en diferentes ocasiones por la aviación leal, por lo que deciden avanzar solamente de noche, perdiendo de esta manera todo el día 20. Por la noche de ese día llegan a Aranda y allí reciben las noticias del grupo de Miralles. Deciden que el grupo de voluntarios parta a la mañana siguiente a ocupar nuevamente el puerto, cosa que hacen sin encontrar ninguna resistencia bajando hasta Robregordo donde se establecen. Por la noche divisan un gran número de luces que desde La Cabrera se dirigen hacia Buitrago, es evidente que unidades leales se dirigen hacia ellos, por lo que se repliegan hasta el puerto, más fácil de defender. Por su parte la columna de Gistau ha conseguido llegar esa misma noche hasta Cerezo de Abajo, a unos escasos 10 kilómetros del puerto. Las luces que han visto avanzar hacia Somosierra es una columna al mando del capitán Francisco Galán, compuesta por los batallones IV y V de Milicias, además por otras unidades, entre ellas el grupo de Artillería del comandante Jurado.

A las siete de la mañana del día 22 las fuerzas de Galán comienzan su avance, pese a la tenaz resistencia de los ocupantes del puerto, la superioridad de los atacantes es abrumadora y los rebeldes se retiran abandonando el puerto. En el enfrentamiento fallecería, entre otros, Carlos Miralles, al que posteriormente se le concedería la Laureada.

Fuerzas republicanas avanzan hacia Buitrago por el alto de La Cabrera. Foto Archivo Rojo. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

El coronel Gistau, cuya columna había sido reforzada con la llegada del Regimiento de Bailén, se propone recuperar el puerto a la mañana siguiente. Dos compañías del Regimiento de Bailen ocuparían la Cebollera, al este del puerto, y otras dos del San Marcial ocuparían Gargantones al oeste, una vez protegidos los flancos el resto de fuerzas avanzarían sobre el puerto. Aprovechando la noche el comandante Angulo acompañado de un guía se dirigió hacia la Cebollera, indicando que si no se escuchaba ningún disparo sería señal de que había ocupado sus posiciones sin novedad. Al amanecer y no escucharse disparos, Gistau, pensando que los flancos estaban protegidos, ordena el avance en camiones de sus unidades hacia el puerto, en cabeza marchaba un camión con una pieza de artillería.

Pese a las precauciones de los asaltantes, las fuerzas de Galán se encontraban cómodamente asentadas en las laderas del puerto, la operación de flanqueo planeada por Gistau había fracasado, las dos compañías que habían de ocupar la Cebollera se extraviaron durante la noche sin conseguir su objetivo, y las dos que deberían ocupar los Gargantones, al no encontrar al enemigo decidieron regresar y unirse al grueso de la columna. Los hombres de Galán dejaron aproximarse a la confiada columna, abriendo un intenso fuego en el momento preciso, al ataque se sumó la aviación ametrallando y bombardeando a placer a los que ascendían. Los camiones quedaron abandonados en la carretera y los efectivos de Gistau consiguieron replegarse ordenadamente, no sin haber pagado un alto precio en bajas y material. La desastrosa acción haría que el coronel Gistau fuera relevado del mando.

Ante la situación Mola ordena que se localice por todos los medios a la columna del coronel García Escámez para que se dirigiera inmediatamente hacia Somosierra para tratar de recuperar el puerto. La columna García Escámez se había formado en Pamplona inmediatamente tras el golpe. Estaba formada por un batallón del Regimiento América, y el batallón de Montaña de Sicilia, entre otras unidades de menor importancia. Formaban parte de esta columna numerosos voluntarios carlistas navarros, que habían exigido a Mola participar en la “gloriosa” toma de Madrid que se suponía inminente. La columna tenía la orden de marchar sobre Madrid por Logroño, Soria y Somosierra. Durante el trayecto perderían un tiempo precioso debido a la situación conflictiva que encontraron en varias localidades debido a la resistencia, armada en algunos casos, que ofrecían principalmente grupos de obreros tras haberse decretado la huelga general en localidades como Logroño, Alfaro, Soria o Almazán. Tras sofocar las revueltas, y tras un amago de dirigirse hacia Guadalajara para socorrer a los golpistas que eran hostigados por fuerzas leales, la columna García Escámez llegaría a Aranda de Duero en las últimas horas de la tarde del día 23, tras haberse unido nuevas unidades a la columna. García Escámez tomó el mando de todas las unidades de Somosierra y las unidades comenzaron a situarse para el ataque al puerto.

El coronel García Escámez (ya general en la foto) sería reclamado por Mola para sustituir al coronel Gistau y dirigir las operaciones para tomar Somosierra. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

El plan de ataque sería similar al fracasado de Gistau del día 23, en esta ocasión dos compañías del batallón de Sicilia ocuparían la Cebollera, y otra del Regimiento de América ocuparía los Gargantones. El teniente coronel Cebollino con el batallón de Bailén y parte del de San Marcial, avanzaría sobre el puerto. La operación comenzó el 24 a las ocho de la tarde, completándola con éxito a las cuatro de la tarde del día siguiente cuando llegaban al puerto las fuerzas sublevadas, continuando su avance en dirección Buitrago hasta las proximidades de Robregordo al anochecer. El desastre entre las fuerzas leales, confiados tras su victoria del 23, es notorio. Las bajas y las perdidas son cuantiosas, entre los muertos se encuentra el teniente coronel Cuervo que mandaba las fuerzas leales, según algunas fuentes sería asesinado por sus propios soldados. Sería sustituido por el general Bernal, subsecretario de Guerra.

El 26 las unidades de García Escámez continúan ganando terreno, aunque lentamente debido a la actuación de la aviación republicana. El 27 se ocupan las primeras casas de Robregordo, pero la acción de la artillería y la aviación leales ralentizan el avance. Tras una jornada de relativa calma el día 29 se ocupa Robregordo y el 30 serán ocupados Braojos, La Serna y Piñuecar, incluyendo el estratégico vértice Piñuecar. Tras las líneas de las fuerzas rebeldes quedan los pueblos de La Acebeda, Horcajo, Aoslos y Madarcos. El día 31 se ocupa La Nava y se comienza a preparar el salto sobre Buitrago. El día 1 de agosto apenas se registra actividad, reiniciando el ataque el día 2. El avance resulta penosísimo por los ataques de la artillería y aviación leales, llegando a ocupar unos crestones que desde Piñuecar descienden hacia Buitrago (lo que más tarde será conocido como Parapeto de la Muerte) donde son detenidos por un intenso fuego de armas automáticas y fusilería (seguramente realizado desde lo que se conocería posteriormente como Peña del Alemán), por su flanco izquierdo (oeste) el pantano de Puentes Viejas se convierte en un muro natural infranqueable.

Artillería republicana ubicada en las inmediaciones de Buitrago. Foto Archivo Rojo. (Haga clic sobre la imagen para verla ampliada)

Al otro lado de la carretera nacional, el día 4 se ocupa el pueblo de Gascones, tras dejar los atacantes muchas bajas en el terreno, localidad que deberán abandonar al día siguiente ante la presión de las fuerzas leales. El día 7 los rebeldes ocuparán Pradena y el 16 Montejo, ambos pueblos se encontraban desguarnecidos. Tras estos últimos movimientos el frente quedaría estabilizado prácticamente sin variaciones hasta el final de la guerra, un periodo en el que ambos bandos se iban a dedicar a fortificar sus posiciones, algunas de las cuales visitaremos en esta ruta.

Además del valor como vía de penetración de las fuerzas rebeldes hacia la capital, esta zona tenía otro valor de gran importancia estratégica, ya que aquí se encontraban los embalses que abastecían de agua potable a la capital, una ciudad que albergaba una población de un millón de habitantes. De haber caído estos embalses en manos de los rebeldes la defensa de Madrid habría resultado prácticamente imposible en los meses siguientes. En las inmediaciones de este frente se encontraban los dos embalses que abastecían la ciudad en aquella época: el embalse de El Villar (1882) y el embalse de Puentes Viejas, que estaba terminado al comenzar la guerra pero todavía no había sido inaugurado. La posesión de estas infraestructuras resultaría vital para el desarrollo de la guerra en Madrid. Durante toda la guerra ambos embalses se mantuvieron en su máxima capacidad, utilizándolos de esta forma como defensa natural frente a posibles avances de las fuerzas franquistas.

Texto sintetizado de “LA MARCHA SOBRE MADRID” de Manuel Martínez Bande.